martes, 12 de junio de 2012

Capítulo 10.


Tenía el corazón exaltado. Notaba que de un momento a otro saldría de mi pecho. Posó mi espalda sobre la rígida pared del baño poniéndose él delante para que le pudiera ver y no estuviera tan asustada. Al verme, me tranquilicé un poco y quitó la mano de mis labios.

Yo: ¿¡Pero estás loco, Cameron!?
Cameron: Sh, baja la voz. Y no, no estoy loco.
Yo: Entonces, ¿Qué diablos quieres? ¿Reírte de mí? ¿O quizás reprocharme algo?
Cameron: ¿Qué dices? ¿Luego soy yo el loco?
Yo: Sé que fuisteis Stella y tú quienes me siguieron hasta casa.
Cameron: Lo sé, joder. Lo sé. – Se frotó las manos por el pelo con nerviosismo. – Pero yo no quería que pasara esto, ¿entiendes?
Yo: No, no lo entiendo.
Cameron: Vale que te seguimos hasta casa pero no era para descubrir que vivías ahí… ¡Lo juro!
Yo: ¿Entonces para qué? – Dije sin creérmelo.
Cameron: Fue porque estaba celoso, ¿vale? ¡Estaba celoso! Pensé… pensé que Danny y tú teníais algo porque siempre cuando os decíamos de quedar no podíais ninguno de los dos y… -Suspiró. – Stella me comió la cabeza aún más con el tema.
Yo: ¿Ah, sí? ¿Y cómo es que después me humilló delante de todo el mundo?
Cameron: Yo le dije que no lo hiciera. Cuando descubrimos que vivías ahí la dije que no se lo dijera a nadie, que tenías tus motivos para no habérnoslo dicho. Pero por lo que se ve… no me hizo caso. Por eso ayer os mirando con incredulidad. No me podía creer que lo hubiese hecho después de prometerme que no lo haría.

Negué con la cabeza y avancé unos pasos hacia él quedándome a centímetros de su cara.

Yo: No me creo nada. – Dije pausadamente. – Seguro que esto es otro de los trucos de Stella para volver a humillarme.

Di media vuelta y puse la mano en el pomo de la puerta para salir.

Cameron: ¿Qué quieres que haga para que me creas?
Yo: Nada.

Dicho esto, abrí la puerta y salí. Cuando pasé por el patio, otra vez todo el mundo de miraba. Vi a lo lejos a Vicky saludándome y haciendo un gesto con la mano para que fuese. Y eso me dispuse a hacer. Noté como Cameron salía del baño y se dirigía al campo de fútbol junto a Danny. Pero algo le detuvo.

Stella estaba medio escondida en una de las columnas para que cuando pasara, me hiciera la zancadilla y me callera al suelo de bruces. Todo el mundo me miró y se empezó a reír a pleno pulmón. Ahora sí que absolutamente todo el mundo me miraba.

Me levanté a duras penas y miré mi rodilla. Me escocía mucho y estaba sangrando. Stella era la que más se reía. Cameron vino corriendo hacia mí para ayudar a levantarme. Me agarró del brazo e hizo algo de fuerza para que me pusiera otra vez en pie.

Cameron: ¿Estás bien?
Stella: ¿Se puede saber qué coño haces, Cameron? – Le dijo mirándole asombrada.
Cameron: No, ¿Se puede saber qué demonios haces tú? ¿Quién te ha dado derecho de hacerle esto? ¿Eh? – Dijo muy enfadado.
Stella: ¿Desde cuándo te preocupas por ella? Además de mentirosa, es pobre. No sé qué haces ayudándole a levantarse del suelo. Es ahí donde tiene que estar.

Al parecer, Danny estaba a escasos metros de nosotros escuchando todo. Al oír eso, se puso en frente de Cameron y me mí, frente a frente con Stella.

Danny: ¿Puedes repetir eso?
Stella: ¿El qué? ¿Qué es pobre y merece estar en el suelo como la mierda?

Danny sonrió falsamente.

Danny: Stella, cariño. – Posó su mano en su mejilla.

Ella sonrió y acarició dicha mano.

Stella: Dime, amor.

Se puso serio.

Danny: Hemos terminado.

Stella abrió tanto la boca que podía caber ahí dentro un loro. Intentamos aguantarnos la risa pero Cameron no pudo y explotó.

Stella: No me puedo creer que también te vayas a poner de su parte.
Danny: No es sólo que me ponga de su parte, que sí. Si no que no vas a querer estar con alguien tan ‘’pobre’’ como ella. ¿Sabes por qué? Porque yo vivo a su lado.

Dicho esto, Stella estiró el cuello hacia arriba y salió con la nariz bien alta  para que nadie viera que había perdido. Que lo había hecho.

Abracé a Cameron fuertemente susurrándole un ‘’gracias’’ al oído y después hice lo mismo con Danny.

Cameron: Vamos hasta la enfermaría para que te desinfecten eso.
Danny: Yo tengo que hacer unas cosas… Nos vemos en tu casa, ¿vale?
Yo: Vale. – Le sonreí y se fue.

Cameron me acompañó hasta la enfermería donde allí me desinfectaron la herida y me pusieron una tirita. Él me observada desde el marco de la puerta apoyado levemente con el hombro izquierdo mientras tenía los brazos cruzados. De vez en cuando se reía de las caras que ponía por el escozor que me estaba causando.

Cuando la enfermera terminó, de un salto caí al suelo y fui donde Cameron. Desapoyó el hombro del marco de la puerta para estirar el brazo hacia mí para que le cogiese la mano y me acercase a él de un tirón, cuyo gesto me hizo chocar contra su pecho.

Cameron: ¿Estás mejor? – Me susurró al oído.
Yo: Mucho mejor. – Contesté en el mismo tono.

Nos separamos y me di la vuelta  para dar gracias a la enfermera, quien estaba mirándonos con una tierna sonrisa en la cara.

Yo: Gracias. – La dije y ella asintió amablemente.

Salimos de ahí y fuimos al patio, pero no nos quedamos por mucho tiempo, ya que el timbré sonó poniéndolo fin y dando comienzo a las dos últimas horas de clase. Ambas pasaron volando, pues una era Informática y otra educación física. En esta última no hice nada puesto que puse al profesor la escusa de que me dolía la rodilla de la caída que tuve anteriormente. Al menos, Stella no me volvió a atormentar durante el resto del día.

La ansiada hora llegó. Las clases se finalizaron por hoy. A la salida Vicky me estaba esperando con dos personas más que conocía de simple vista.

Vicky: Hola, Taylor. Te quiero presentar a dos amigos.
Yo: Claro. – Dije sonriendo.
Vicky: Estos son Carrie. – Iba a mi clase pero nunca tuve el placer de hablar con ella. – y Tom, su hermano. – Le vi un par de veces por el recreo.
Yo: Encantada. – Dije dándolos un abrazo a cada uno.
Tom: Igualmente.

En ese momento alguien me agarró por detrás levantándome al aire para que segundos después, me volviese a posar en el firme y seguro suelo. Miré hacia atrás y dos cabecitas, una morena y otra rubia, me estaban sonriendo. Danny y Cameron.

Danny: Hola, bichos. – Dijo mirándonos a Vicky a mí.
Yo: Hola, chicos. – Pude ver como Carrie y Tom estaban muy, pero que muy vergonzosos.
Cameron: Esto… espero no molestar. – Dijo mirando a Vicky, Carrie y su hermano.
Vicky: Eh, tranqui. Después de lo que le has dicho a Stella, puedes venir cuando quieras.
Danny: ¡Vicky!
Vicky: Y tú también, hermanito. Estoy orgullosa de ti. – Dijo abrazándole.
Yo: Esto… ¿Conocéis a Tom y a Carrie? – Dije intentado que los dos no estuviesen excluidos.
Cameron: A Carrie sí. Vamos, tendría que estar muy ciego para no verla sentándose en frente de mí en clase. Es más, siempre enrollo mi lápiz con su pelo cuando me aburro, mola mucho. Lo tiene todo rizado, es guay. Haha. – Dijo sonriendo.
Vicky: Pues este es Tom, su hermano.
Cameron: Te he visto en algunos que otros partidos de fútbol, que a juzgar por su cara, no te gustan mucho, ¿no es así?
Tom: La verdad es que no, voy por dos amigos especialmente. – Sonrió dejándose ver su hoyuelo.
Yo: Bueno, siento interrumpir, pero mis tripas empiezas a rugir. Me voy a casa. ¿Venís, chicos?
Danny: Sí, vamos.
Yo: Cameron, te veo mañana.
Cameron: Claro, princesa. – Me giñó un ojo.

Nos pusimos a andar por hasta llegar a casa. 


domingo, 4 de marzo de 2012

Capítulo 9.


Danny: Esto… lo siento. – Dijo con una cara expresión en la cara difícil de entender.

Negó dos veces con la cabeza para después darse la vuelta e irse.

 Cameron: ¿Vamos?
Yo: Claro. – Dije levantándome de la silla.

Me quité los papeles que tenía dentro del orificio derecho de la nariz y lo tiré a la basura. Me coloqué un poco el pelo y salimos juntos de la enfermería. Fuimos donde se encontraban Stella y Danny.

Stella: Chicos, ¿Queréis ir al centro comercial?

Danny y yo nos miramos. Ambos sabíamos que no podíamos por no dejar a Vicky plantada.

Yo: Esto… yo no puedo, tengo que hacer cosas con mis padres. Lo siento.
Cameron: ¿En serio? ¿Y no lo puedes dejar para otro día?
Yo: No, lo siento. Pero os prometo que a la próxima, voy.
Stella: Lo tendré en cuenta. ¿Y tú, Dann?
Danny: Yo tampoco puedo.
Stella: ¿Y eso? – Dijo asombrada.
Danny: Tengo… tengo que arreglar mi cuarto. Mi madre me ha dicho que si no lo hago, me castiga. Y cuando mi madre se pone de malas… no hay quien la aguante.
Cameron: Oh, vamos tío.
Danny: En serio, prefiero organizarla  para poder salir luego.
Stella: Bueno… pues nos veremos mañana.
Yo: Vale, hasta mañana.
Danny: Adiós, chicos.

Danny y yo nos fuimos alejando de Stella y Cameron.

Yo: ¿Por dónde vamos?
Danny: Tu vete por ahí. – Dijo señalando con la mirada a la derecha. – Y yo iré por aquí. Nos encontramos en la esquina.

Y eso hicimos. Después de tres, cuatro minutos, nos encontramos y pusimos rumbo a casa. Una vez allí, estuvimos haciendo el memo durante toda la tarde con Vicky y la música.
Al día siguiente.

Estaba en clase atendiendo a la profesora de matemáticas cuando vi una notita volar, pero no era precisamente para mí, si no para Stella. Mi instinto cotilla se accionó y en lugar de mirar a la pizarra para lograr entender todos esos números, presté atención con quien se mandaba esa nota Stella. Ella estuvo un rato escribiéndola y se la lanzó a… madre mía, Cameron. ¿Qué estarán tramando esos dos? Tenía que averiguar que ponía en esa nota.

Al fin el timbre sonó finalizando la clase. Stella que estaba delante de mí se giró para verme.

Stella: Ahora tenemos química. ¿Vamos al laboratorio ya?
Yo: Vete tú delante que tengo que copiar una cosa de la pizarra. – La sonreí.
Stella: Está bien, te espero allí.

Se levantó de su sitio y se fue. Esperé a que todos salieran de la clase para levantarme de mi sitio y rebuscar en la mochila de Stella la maldita nota. Miré entre sus libros,  en el bolsillo pequeño pero ahí no estaba. Oh, claro. El estuche. Lo abrí y ¡Bingo! Una nota perfectamente doblaba estaba en el fondo del estuche. ¿Pero es que no sabe que las notas nunca se pueden dejar ahí? La cogí y la metí en el bolsillo. Rápidamente cogí mi libro de química y salí de clase para ir al laboratorio.

Una vez allí me senté con Vicky, pues era mi compañera.

Yo: Mira lo que he encontrado. – La enseñé disimuladamente la nota.
Vicky: ¿De quién es?
Yo: Stella y Cameron.

Abrió los ojos como platos.

Vicky: Corre, léela.

Asentí y abrí el papelito con cuidado para que el profesor no me viera. Había dos colores, rosa y negro. Empezaba Stella.

‘’ ¿No sospechas algo? ’’ A lo que le contesta Cameron ‘’Sí, más nos vale abrir mucho los ojos’’

Vicky y yo nos miramos con los ojos extremadamente abiertos y con el corazón palpitando con fuerza. Guardé la notita en el bolsillo de mi pantalón y estuve contando los minutos para que el reloj marcase las dos para poder decirle todo esto a Danny. Como esta ya era la última clase, no tuve que esperar mucho. A la salida esperé a Danny en la puerta junto con Vicky.

Cuando le vimos, le hicimos un gesto con la cabeza para que se viniera ya y, por lo visto, lo pilló porque le dio un beso en la mejilla a Stella y salió delante de nosotras.

Al minuto le seguimos y nos encontramos en la vuelva de la esquina.

Danny: ¿Qué pasa?
Yo: Mira esto. – Le tendí la nota.

El la cogió mirándonos dudoso y la abrió. Su expresión de la cara cambió por completo y tornándose de preocupación.

Danny: ¿Es de Stella y Cameron, verdad? Reconozco sus letras…
Vicky: Sí, y están empezando a sospechar algo de nosotros. Vamos a casa ya y lo hablamos mejor.

Ambos asentimos y tomamos rumbo a mi casa para hablar tranquilamente. Introduje la llave en el cerrojo y los tres entramos lo más rápido que pudimos. Una vez dentro estuvimos hablando de las precauciones que deberíamos tener. De ahora en adelante, nada de miraros y menos hablarnos en el horario de clase. Nada. Los chicos de fueron de a su casa. Pasé todo el resto del día metida en mi habitación escuchando música y haciendo los deberes.

Al día siguiente me desperté cansada. No sabía porque pero no tenía ganas de hacer nada. Me puse cualquier cosa que pillé por el armario y bajé a desayunar. Apenas comí, pues no tenía hambre. Que mal empezaba el día… A ver como acabaría.

Llegué al colegio medio zombie, por lo que no me di cuenta de que toda la gente me estaba mirando. ¿La razón? No tenía ni idea. Pero tampoco me importó mucho. Llegué a clase y me senté en mi pupitre. Las dos primeras horas me limité a mirar a la pizarra. Sin embargo, no atendí nada. Estaba en mi mundo.

Nada más sonar el timbre, bajé al recreo. Esta vez Stella no me había ido a buscar al sitio para bajar con ella. Miré hacia la estatua y allí estaba ella y sus dos secuaces. Las saludé con la mano desde lejos, pero hicieron caso omiso a ello. ¿Qué ocurría hoy? Me acerqué a ellas pero antes de que me pudiera sentar, Stella se levantó y me puso en frente de mí.

Stella: Con nosotras no te sientas más.
Yo: ¿Se puede saber qué ocurre?

Soltó una carcajada y me miró con desprecio.

Stella: Es que no solemos sentarnos con mentirosas. – Sonrió falsamente.

El corazón se me detuvo. Pero… ¿Qué estaba diciendo?

Yo: ¿Q-qué dices? – Dije con miedo.
Stella: Ay, Taylor, Taylor… sabemos dónde vives. Y además, ayer investigué un poco sobre esa empresa tan importante donde dices que viven tus padre y mira tú que coincidencia, no existe.

Cada vez hablaba más alto. La gente empezó a posar su mirada en mí mientras se acercaban para ver qué pasaba. Al final, se formó un círculo alrededor de nosotras.

Yo: Yo… - Estaba pálida.
Stella: Mirad todos. Taylor, la chica a la que todos creías simpática, buena persona… ¡Es una farsante!

Mis ojos se llenaron las lágrimas, las cuales no tardaron el precipitarse de mis ojos. Vi como alguien abría paso entre la multitud de gente y se ponía en frente para ver de quien se trataba.
 Eran Danny y Cameron. Danny negaba con la cabeza mirando el suelo mientras que Cameron me miraba sorprendido. Me dolía el pecho debido a los sollozos de estaba intentando reprimir en él. Me sequé las lágrimas en vano, pues volvieron a brotar más y más de mis ojos. La mirada de todos era de asco y desprecio. Salí corriendo de allí y fui directamente a los baños donde allí podía llorar tranquila.

Me encerré en uno de ellos y lloré a mi antojo. Sollozos y más sollozos salían del fondo de mi garganta. No sabía de dónde me salían tantas lágrimas, ya que no podía parar de llorar.

Oí como abrían la puerta del baño y unos pasos  se dirigieron hacia el baño donde yo estaba. Conocía esas playeras. Eran de Danny.

Danny: Abre la puerta, Taylor.
Yo: N-no quiero.
Danny: Por favor… ábrela. Por mí.

Sollocé un poco más y me sequé un poco las lágrimas que resbalaban por mi mejilla. Me levanté del váter y abrí la puerta. Salí de allí y fui directamente al lavabo para lavarme la cara. Danny me miraba a través del espejo.

Danny: Lo que ha pasado ahí afuera…
Yo: Déjalo, Danny. – Dije interrumpiéndole. – Ya da igual todo. Lo saben… Stella me ha descubierto.
Danny: ¿Y saben si yo…?
Yo: No, ayer entramos a mi casa, no a la tuya. ¿Eso es lo único que te importa? ¿Tu jodida popularidad?
Danny: Taylor…
Yo: Bien, me parece perfecto. Mejor te vas que te pueden ver conmigo.
Danny: No digas eso.
Yo: ¿Qué no lo diga? Cuando Stella estuvo allí fuera humillándome lo único que hiciste fue mirar al suelo, Danny. No tuviste el valor a salir y defenderme. – Le reproché. – No me esperaba esto de ti… - Dije en apenas un susurro antes de abrir la puerta del baño e irme.

Fui al despacho del director y le pedí que llamaran a mi madre para que venga a recogerme porque me encontraba mal. Al ver mi cara, vio que no mentía. Y no me extraña, tenía una aspecto que daba pena. Al cabo de quince minutos, mi madre entró en el despacho de director y me abrazó al verme.

Poco después, salimos de ese infernal colegio y llegamos a casa. Mi madre me subió hasta mi cuarto donde allí me tumbé en la cama y me arropó. Cerré los ojos provocando que un par de lágrimas salieran escopetas de mis ojos otra vez. Luego me tocaba contarle toda la verdad a mi madre, y no iba a ser fácil.

Al cabo de un rato, al fin conseguí dormirme. Estuve así tres, cuatro horas hasta que el timbre de mi casa sonó. Temía que sería Danny o Vicky; ahora mismo no quería hablar con ellos. Aun que en realidad no quería hablar con nadie. Puse escuchar como mi madre hablaba con alguien y le invitaba a pasar. Pero no pude distinguir de quien sería la voz. Escuché unos pasos acercándose a mi habitación para que segundos después llamasen a la puerta.

Cath: Cariño, tienes visita.
Yo: No quiero hablar con nadie.
Cath: Anda, no seas cabezote. Han venido con la mejor intención del mundo.
Yo:…
Cath: Anda, pasad.

Me quité el edredón un poco de la cara para ver de quien se trataba. Era Vicky y Danny. 
Mierda…

Yo: Iros, por favor. – Dije volviéndome a tapar la cara
Vicky: No queremos.

Ambos se sentaron en el bordillo de mi cama, mirándome.

Danny: Taylor, te quiero pedir perdón.
Vicky: Más bien, te queremos pedir perdón.
Yo: ¿Por qué?
Danny: Porque sé que me comporté como un auténtico gilipollas al no salir con el fin de defenderte.
Yo: Ya da igual.
Vicky: Y queremos que sepas que nos vas a tener para lo que sea.
Yo: Lo sé… - Dije quitándome el edredón de la cara  e incorporándome.
Danny: ¿Me perdonas? – Dijo triste.

Asentí y esbozó una pequeña sonrisa. Los tres nos abrazamos.

Vicky: ¿Quieres que nos quedemos aquí contigo?
Yo: Gracias pero no hace falta. Prefiero estar sola…
Danny: Está bien, pero si necesitar algo puedes tirar piedrecitas a mi ventana y vengo a por ti, eh.
Yo: Vale. – Dije asintiendo.

Los dos salieron de mi cuarto y me volví a tumbar, tapándome entera una vez más y quedándome dormida.  No comí ni cené. Estuve todo el día en mi cuarto escuchando música y rodando de un lado para otro en mi cama. Mañana sería un día largo.

**
Como era de esperar, al día siguiente todo el mundo fijaba su mirada en mí. Tenía unas ganas terribles de llorar, pero sería fuerte. Aun que sabía que lo más duro sería el recreo. Y por primera vez, no quería que la clase finalizara para bajar. Pero como todo en esta vida, lo ‘’bueno’’ se acaba sonando el timbre para comunicarnos que el recreo empieza.

Esperé a que todo el mundo bajara para salir yo de clase. Bajé las escaleras y cuando me dispuse a girar para salir al patio, alguien me agarró por detrás poniendo la mano sobre mi boca para evitar que chille y me arrastró hasta el baño de los chicos. 

lunes, 20 de febrero de 2012

Capítulo 8.


Me quedé observándole mientras pensaba que contestarle.

Danny: Y bueno, ¿vas a responder? – Dijo curioso.
Yo: ¿Me acabas de preguntar si me gusta Cameron?
Danny: Sí. – Dijo firme.
Yo: Bueno, pues… No. Nunca me había fijado en él.
Danny: Vale. – Dijo asintiendo. – Solo era eso. – Pasó su brazo por mis hombros acercándome a su pecho a la vez que sonreía.

Llegamos a mi casa.

Yo: Si quieres pasa, solo le diré a mi madre que comeré en vuestra casa.
Danny: Da igual, yo paso.

Entramos a mi casa y fuimos a la cocina a la busca de mi madre. Pero en lugar de encontrarme a ella, me encontré a una pequeña nota color rosa que ponía que se había ido con mi tía a comer al centro de Londres.

Yo: Pues parece que no hace falta que la diga nada. – Dije tendiéndole la nota  Danny.

Él la cogió y la leyó.

Danny: Pues listo, vamos a mi casa que tengo un hambre. Mira, mira. Oye mis tripas.
Yo: A ver, aclárate. ¿Qué las mire o que las oiga?
Danny: Eres una tiquismiquis. – Dijo mirándome mal a la vez que negaba con la cabeza.

Una hora después ya habíamos comido y hecho el bobo junto a Vicky. Danny se fue a su cuarto para preparar el equipaje para el partido.

Vicky: ¿A qué horas has quedado con Stella?
Yo: A la cuatro y media.
Vicky: Pues va siendo hora de que te cambies y vayas. No la gusta esperar.
Yo: Vicky, ¿te puedo hacer una pregunta?
Vicky: Claro.
Yo: Espero que no te moleste pero… ¿Por qué Stella y tú os lleváis tan mal?
Vicky: Sabía que me ibas a preguntar eso.
Yo: ¿Tan predecible soy?
Vicky: No, pero tengo un sexto sentido, haha.

Sonreí.

Vicky: Pues verás… en realidad todo fue por un chico. Se llamaba Brandon y…
Yo: Vale, ya sé como sigue la historia.

En ese instante Danny bajó por las escaleras saltándolas de dos en dos.

Danny: Bueno chicas, yo me tengo que ir. ¿Segura que no quieres ir, Vicky?
Vicky: Segura. He quedado para ir al cine.
Danny: Vale, te veo allí, Taylor. – Dijo saliendo por la puerta y levantando la mano como despedida.
Yo: También va siendo hora que me vaya ya.
Vicky: Vale, esta noche hablamos, ¿no?
Yo: Claro. – Me levanté del sofá y salí de la casa de los chicos.

Entré en la mía corriendo para poder vestirme y llegar a tiempo. Tendría que plantearme mejor eso de tener una agenda para organizarme un poco mejor. No era bueno que siempre tenga prisa allá a donde voy.

Me puse unos pantalones vaqueros ajustados, una camiseta de manga boba y una chaqueta por encima. También cogí la bufanda por si hacía frío en el campo. Me peiné un poco y salí de casa.
Fui andando a paso rápido hacia el instituto. Por suerte no me pillaba lejos. Lo tenía a cuatro manzanas. Tras esperar cinco minutos en la puerta del colegio, un coche aparcó en la acera de enfrente y Stella salió de él.

Stella: ¡Taylor! – Dijo saludándome frenéticamente

Cruzó la calla mirando para ambos lados y al llegar, me abrazó.

Stella: Venga, vamos yendo que si no llegamos tarde.
Yo: Vale. Por cierto, ¿Qué tanto te interesa ver el partido?
Stella: A parte por Danny, que juega fenomenal, por Cameron y por ti, pillina.

Decidí callarme, pues sabía si decía algo me replicaría y empezaría a tocarme la vara.

Tras cinco minutos hablando de todas las cremas que se echaba en la cara, más que cremas serían potingues, llegamos al campo de fútbol. Como era de mi parecer, hacía frío, ya que de vez en cuando venía alguna que otra ráfaga de viento.

Stella y yo, además de muchos más espectadores, nos sentamos en la primera fila de las gradas a su petición.

El partido comenzó y a decir verdad, todos los que nuestro instituto jugaban muy bien.

Stella: Ay, ¿Has visto que bien juegan?
Yo: La verdad es que lo hacen muy bien.
Stella: Mira, mira. Van a marcar. – Dijo señalando a Danny y a Cameron que estaban ya en el área.

De pronto, Cameron chutó la pelota y marcó tal gol que hizo a todo el mundo a favor de nuestro equipo, claro está, que se levantasen con las manos arriba a la vez que saltaban y gritaban eufóricos. Yo me limité a aplaudir, igual que Stella.

Cameron miró hacia las gradas, concretamente donde estábamos ambas y me señaló mientras que un ojo me giñaba. ¿Me había dedicado el gol a mí? Oh… Y una vez más consiguió que me sonrojara y que la mayoría de los presentes fijasen su mirada en mí.

Stella me dio un codazo y empezó a reírse.

Stella: ¿No le vas a hacer nada? ¡Que te ha dedicado un gol!
Yo: ¿Qué haga el qué? – Dije negando con la cabeza.

Tras el gol de Cameron, el partido volvió a reanudarse. Entre pases, toques, tiros a puerta, pasó casi mitad del partido. Es más, ya estaba a punto de finalizar cuando mi buena suerte, notándose mucho la ironía, actuó otra vez sin que la diera permiso. Una patada mal dada del equipo contrario hizo que el balón ascendiese a los cielos cayendo exactamente donde estaba yo. 
Dándome golpe tan fiero en la cabeza que casi me tira para atrás si no llega a ser por Stella que me sujetó. ¿Por qué estas cosas siempre me pasan a mí?

La nariz me dolía, mucho. Hice una leve presión sobre ella y después observé que la palma de mi mano estaba impregnada de sangre.

Stella: Oh, mierda. Estás sangrando… Vamos abajo a la enfermería a que te den algo.

El árbitro finalizó el partido con la victoria de nuestro instituto. Todos saltaban y gritaban alegres por el resultado obtenido. Mientras que yo, estaba en la enfermería sentaba en una silla con un rollo de papel bajo el brazo para sacar de vez en cuando más cachos para posarlo sobre mi nariz y evitar que la hemorragia cesase. Stella miró al umbral de la puerta y sonrió descaradamente. También miré hacia la puerta y me puse nerviosa al verlo.

Stella: Bueno, os dejo solos. Voy a ir a ver a Danny.

Cameron se acercó a mí y con el dedo índice levantó mi barbilla para que le mirase a esos preciosos ojos verdosos, puesto que había agachado la cabeza al verle.

Cameron: ¿Estás mejor? Que vaya coscorrón te has dado, eh. – Dijo sonriendo de medio lado.
Yo: Sí, solo ha sido un balonazo, nada importante. – Encogí un hombro.
Cameron: Por lo menos pudiste ver el gol que te dediqué. – Dejó ver su hoyuelo.
Yo: Gracias por dedicármelo… No hacía falta. – Dijo entre cortada.
Cameron: Claro que sí. Así haré ver a todas esas chicas que estarán a fuera esperando a que salga que no pienso irme con ellas a algún McDonald’s.
Yo: ¿Lo has hecho solo para quitártelas de en medio? – Dije bromeando.
Cameron: ¡No! A ver… no me has entendido.
Yo: Haha, sólo bromeaba.
Cameron: Uf, menos mal. – Dijo algo aliviado.

Se fue acercando más y más  mí. Tanto que tenía su nariz casi rozando la mía. Notaba su aliento con olor a menta debido a que estaba comiendo un chicle, chocando contra mi cara. Suspiré mirándole a los ojos. Elevó la mano hasta posarla en mi mejilla, donde realizó una caricia casi imperceptible. Pero no llegamos a mucho más porque alguien carraspeó desde la puerta. Nos separamos rápidamente. Mierda.

sábado, 11 de febrero de 2012

Capítulo 7.


Yo: ¡Taylor! – Grité su nombre para que no entrara.

Se dio la vuelta sorprendida.

Taylor: Dime, Danny. – Se la notaba en la voz que estaba triste.
Yo: Yo… - Me quedé callado, no sabía que decirle mientras que ella me miraba esperando una respuesta.- Lo voy a intentar. – Dije al fin.
Taylor: Intentar ¿Qué?
Yo: Conocerte mejor. Vicky me ha garantizado que no eres como las demás y a serte sincero, eso espero. No me falles, por favor. – Dije mirándola directamente a los ojos, sin perder el contacto visual.
Taylor: Está bien. Muchas gracias por darme otra oportunidad, por confiar en mí.
Yo: No hay de que.- Dejé que saliera a la luz una pequeña sonrisa al ver la suya. - ¿Empezamos de nuevo? – Dije tendiéndole la mano.
Taylor: Empezamos de nuevo.- Dijo estirándose un poco hasta llegar a mí.

Estuvimos en silencio un rato. Y no era un silencio cómodo, verdaderamente.

Yo: Es raro.- Por fin hablé.
Taylor: ¿El qué?
Yo: No sé, esto. Que seamos vecinos, que ahora estemos uno en frente del otro, casi tocándonos.
Taylor: Ah, bueno. Un poco sí, pero es más raro que sigamos aquí de pie con el frío que hace.- Soltó una pequeña carcajada.
Yo: Haha, también.
Taylor: Ahora vengo, quédate ahí.
Yo: Vale.

Entró al interior de su habitación y un par de minutos después, volvió con dos mantas cuadriculadas. Una me la tendió y la cogí. La otra se la quedó ella para después taparse los hombros. Yo hice lo mismo.

Yo: Gracias.

Ambos nos sentamos en el suelo del balcón.

Yo: ¿Sabes? Aún no tengo tú número, ni tu correo.
Taylor: Pásamelos que yo te agrego después.- Dijo con una sonrisa.
Yo: Vale.- Se los di.
Taylor: Perfecto.
Yo: ¿Sabes que no lo podremos ocultar por mucho tiempo, no?
Taylor: Ocultar ¿qué? – Dijo confundida.
Yo: Que vivimos aquí, que somos vecinos, que no somos tan ricos como ellos…
Taylor: Lo sé, pero ¿Tú lo has conseguido, no?
Yo: Sí, pero no por dentro de mucho. Stella cada vez insiste más en venir a mi casa y… no puedo decirle que vale.
Taylor: Si de verdad le gustas, no la tendría que importar cuánto dinero tienes.
Yo: Lo sé, pero las cosas no son tan fáciles como tú piensas, Taylor.
Taylor: ¿Y cómo son?

Hice una mueca, ella lo entendió.

Yo: Lo siento…
Taylor: No pasa nada, lo entiendo. – Sonrió.

Sonreí a la vez que la miraba fijamente a los ojos. De pronto, una ráfaga de viento vino hacia nosotros.

Yo: Es mejor que me vaya si no quiero que pille un constipado y no pueda jugar al partido de fútbol que tengo mañana.
Taylor: Vale, hasta mañana. – Dijo dándose la vuelta para entrar a su habitación.
Yo: Taylor.- Dije antes de que entrara.
Giró un poco la cabeza para así poder verme.
Taylor: Dime.
Yo: ¿Te apetece mañana por la tarde ir a verme jugar? No soy muy bueno pero…
Taylor: Me encantaría.- Dijo cortándome para después cerrar su puerta del balcón y bajar las persianas.

Fin POV Danny.

El despertador sonó a las siete y media. Me levanté de la cama a duras penas, tropezándome con los muebles, pues todavía no me sabía dónde tenía cada uno de ellos para poder andar con los ojos cerrados por toda la casa. Bajé las escaleras sujetándome en el pasa manos así pues, que mi torpeza no volviera a actuar dejándome sin dientes.

Llegué a la cocina donde mi madre con una alegre sonrisa me recibió. Me puso el desayuno en la mesa, cual contenía una taza de café junto a dos tostadas con mermelada de frambuesa, y empecé a comerlas. Cuando miré al reloj y vi que el puntero marcaba las ocho menos cuarto pasadas, tragué el último trozo de la tostada apenas sin masticarlo, y corrí velozmente hacia mi cuarto para poder cambiarme y asearme y que al menos una vez en mi vida, no llegase tarde al instituto.

No tardé ni siete minutos salir de casa, no sin darle un beso a mi madre antes, y a andar a paso ligero. Mientras buscaba mis cascos en el interior del bolsillo pequeño de mi mochila, escuché una voz gritando mi nombre. Me giré para ver de quien se trataba. Más bien, de quienes.

Yo: Buenos días, chicos. – Dije amablemente.
Vicky: Otra vez llegando tarde, ¿eh?
Yo: Y vosotros igual.
Danny: Nos ha pillado, Vicky. – Dijo carcajeándose.
Vicky: Calla.- Le fulminó con la mirada. – Corramos que si no, no llegamos.
Yo: Vale.
Danny: Por cierto, Wendy. - Dijo mirándome. –El partido de fútbol es esta tarde a las cinco. ¿Al final vendrás?

Pude notar como Vicky nos miraba con cierta confusión pero a la vez diversión.

Yo: Claro, ¿Dónde es?
Danny: Vicky lo sabe. La llevarás, ¿no? – Miró a Vicky.
Vicky: Claro, claro. Allí estaremos.
Danny: Lleva a tus amigos si quieres.
Vicky: Me lo pensaré.

Llegamos al instituto y, como era de esperar, todos los alumnos ya estaban sentados en sus pupitres a la espera de la llegada del profesor. Por lo menos aún no había llegado. Pero no tardó mucho el hacerlo. Nuestro profesor de lengua, Bill, llegó con cierta prisa.

Bill: Buenos días, chicos. Tenemos que hacer muchas cosas hoy, así que atended porque el próximo día habrá examen.

Todo el mundo emitió un sonido de queja.

Cameron: No lo hagas, anda. – Dijo haciendo una mueca.
Bill: ¿Para qué te quejas si nunca estudias?

Una carcajada al unísono estampó contra las cuatro paredes de las cuales estaban formando el aula.

Cameron: ¿Quién ha dicho que lo hago por mí? – Dijo sonriéndole. – Lo digo para no hacer que Taylor estudie y pueda quedar conmigo esta tarde. – Dijo posando su codo en el respaldo de la silla a la vez que giraba levemente el cuello para mirarme.

Mis mejillas se tornaron rojas y noté como algunas personas de mi alrededor cuchicheaba mientras que otras decían: ‘Uy, uy, con que Cameron, eh’.

Danny: Calla, tío. Que hoy tienes partido.
Bill empezó a reírse –menos mal que no era de esos profesores estrictos- y añadió:
Bill: Mejor sigamos con la materia, que nos vamos por las ramas.

Le amé, en ese jodido momento le amé. Y aunque el profesor había empezado la explicación del tema, aún podía notar como algunas mirabas de posaban en mí. Pero intenté darle la menor importancia posible.

Un papelito doblado ligeramente aterrizó en mi mesa. Lo cogí rápidamente para que Bill no se diera cuenta y después miré hacia los lados para saber de quién había sido. Vi a Stella mirándome a la vez que articulase para que la leyera.

Vi que Bill estaba escribiendo en la pizarra, por lo que podía tranquilamente leerla. Desdoblé el papelito y en un bolígrafo color rosa purpurina ponía:

¡Taylor, no me puedo creer lo de Cameron! ¿Te gusta? Está claro que tú a él sí. ¿Qué te parece que vayamos a ver a los chicos en el partido de esta tarde? Contesta xoxo.”

A lo que yo la contesté:

¿Gustarme? Pues nunca lo había pensado… ¿Al partido? Está bien.”

La lancé la nota y después de un par de minutos de contestó con otra diciendo:

Perfecto. El campo de fútbol no está muy lejos de aquí, si quieres a las cuatro y media quedamos en la puerta del colegio y vamos juntas.

Miré a Stella y la asentí como respuesta a la notita. La que me esperaría, pensé.
El timbre sonó y Bill salió de la clase despidiéndose de nosotros. La punta de un bolígrafo tocó mi espalda repetidas veces. Apoyé mi espalda en la pared y miré al resto de la clase para que no notasen mucho que hablaba con Vicky.

Yo: Dime.
Vicky: Creo que será mejor que no vaya al partido de mi hermano. Con lo que ha pasado ahora Stella querrá ir contigo.
Yo: Sí, me ha mandado una nota preguntándomelo.
Vicky: Vale, entonces cuando acabe el partido ven con mi hermano a nuestra casa y pasamos la tarde juntas.
Yo: Me parece perfecto.
Vicky: Bien.- Dijo sonriendo ligeramente.

Me volví a girar, pues la profesora Margaret llegó. Y como siempre, la clase de matemáticas no sólo fue aburrida, si no eterna. Cuando el timbré sonó pensé que se me había pasado ya la vida entera. Me levanté del sitio y Stella vino corriendo donde mí. Hannah y Amanda la acompañaban.

Stella: Vamos corriendo al recreo, tengo que contarte muchas cosas, igual que tú a mí. – Dijo tirándome del brazo.

Una vez abajo, nos sentamos en nuestro sitio de siempre, debajo de la gran estatua del fundador del colegio.

Stella: A ver, cuéntame.
Yo: ¿Qué te cuente qué? – Dije confundida.
Stella: Lo de Cameron, ¡Qué si no! ¿Desde cuándo hablas con él?
Yo: Desde nunca. Jamás le he mirado y menos hablado.
Stella: Wow, pues conociendo bien a Cameron, le gustarás mucho.
Yo: ¿Por qué lo dices?
Stella: Por dos cosas: 1.- Dijo levantando su dedo índice. – Jamás pide salir a ninguna chica, siempre son ella a él. Y 2.- Levantó el dedo corazón. – Si alguna vez se lo pide a alguien, es que la conoce mucho.
Asentí.
Stella: Oh Dios, ¿Te imaginas las dos haciendo una comida o cena de parejas?
Yo: Esto… ¿Qué? ¿Parejas? Yo no soy nada de Cameron.
Stella: Lo sé, pero lo serás. Sé que te gusta.
Yo: Yo n…- El timbre sonó interrumpiendo lo que iba a decir a Stella.

Subimos al aula para tener las dos últimas horas de clase. Menos mal que eran pasablemente entretenidas. Al fin el timbre tocó nada más el reloj marcar las dos en punto. Todos nos levantamos de las sillas a la vez que recogíamos todo y lo introducíamos en las mochilas.

Stella: ¡Hasta la tarde, Taylor! – Dijo saliendo del aula. Asentí como respuesta.

Miré por la clase para ver si encontraba a Vicky, pero no estaba. Seguro que ya se había ido con sus amigos. Puse mi mochila en el hombro derecho y me propuse a salir de clase. A la salida, estaban todos los alumnos del colegio amontonados en la puerta esperando a que sus padres les cogiesen o simplemente hablando.

Cuando me dispuse a caminar después de echar un último vistazo entre la gente para ver a Vicky, noté una mano que se posó en mi hombro. Me giré sobresaltada y le miré.

Cameron: Siento haberte asustado, princesa.
Yo: N-no pasa nada. – Dije sonrojándome.
Cameron: Espero verte esta tarde en el partido, eh.
Yo: Claro, allí estaré.
Cameron: Perfecto. Hasta la tarde, entonces. – Dijo sonriente.

Dicho esto, me volví a girar para irme. Pero otra vez noté un toquecito en el hombro.

Yo: ¿Otra vez, Came…ron?

No, no era Cameron.

Danny: Si me tiño el pelo de rubio y me pongo lentillas verdes… tal vez sea él.
Yo: Lo siento, solo es que… bueno, da igual. ¿Querías algo?
Danny: No, bueno, sí.
Yo: ¿El qué?
Danny: Preguntarte si querías ir a casa conmigo. He estado esperando a Vicky pero hace poco me ha llegado un mensaje diciendo que se fue con sus amigos y…
Yo: Vale. Vamos.- Dije contándole a la vez que le sonreía.
Danny: No es justo, siempre me cortas antes de que pueda acabar la frase.
Yo: Haha, es que te enrollas más que las persianas. Es más, nunca he conocido a persona más enrolla…
Danny: Lo pillo.
Yo: Eh, esta vez me has cortado tú.
Danny: Alguna vez tenía que pasar, haha.

Estuvimos hablando de diversas cosas más sin importancia. Tonterías y demás. Hasta que Danny me hizo una pregunta que no me lo esperaba para nada. 


domingo, 5 de febrero de 2012

Capítulo 6.


Pasaron al interior de mi cuarto y los dos se sentaron el mí mullida cama.

Danny: Bien, ya estamos en tu cuarto. Ahora, explícame todo.- Parecía enfadado. Más bien decepcionado.

Yo: Vale.- Respiré hondo. – He mentido tanto porque… porque me daba miedo ir a un colegio con ese estatus y la gente me echara en cara que no era tan rica como ellos.
Danny: Ah, muy bien… - Dijo irónicamente. – Taylor, te veía con otros ojos. Tú para mí eras diferente.
Yo: Danny, de verdad que lo soy. Yo no soy como ellas.
Vicky: Tiene razón, Danny. A mí también me chocó mucho cuando me enteré y me explicó todo… Pero dala una oportunidad.

Negó con la cabeza a la vez que se mordía el labio inferior mientras mirada al suelo.
Danny: Me lo tendré que pensar. – Me miró intensamente para que después me levantase de la cama y saliese de mi habitación. Probablemente a su casa.

Vicky también se levantó de la cama para venir a mí y darme un tierno abrazo.

Vicky: Me voy a mi casa que tengo muchísima hambre. Si necesitas algo, me llamas ¿vale?

Asentí y después ella también se fue. Caí rendida sobre la cama, mirando al techo. Pensando en lo que acaba de pasar y las consecuencias que tendría.

POV Danny.

Salí de la habitación de Taylor, si es que ese era su verdadero nombre. La rabia de corroía, me comía por dentro. No podía imaginar cómo nos tenía engañados a todos.  Di un portazo al entrar en mi casa. Mi madre no estaba y mi padre mucho menos, estaría trabajando, como siempre.  Entré en la cocina y di un porrazo a la encimara para después posar ambas manos sobre ella negando con la cabeza. Oí como la puerta de casa se volvía a abrir. Vicky entró en la cocina y me vio así, furioso.

Vicky: Danny… ¿Estás bien?
Yo: Perfectamente, me encanta que me engañen y me mientan, ¿sabes?
Vicky: Por eso mismo no quise decírtelo.
Yo: Claro, y es mejor ocultármelo, ¿no?
Vicky: Danny, no es para ponerse así, ¿Vale?
Yo: ¿Qué no lo es? A ti también te ha mentido, no sé como sigues con ella.
Vicky: Porque es una buena persona. Sé que no hizo lo correcto al engañarnos, pero es humana y tiene derecho a equivocarse, igual que tú.
Yo: ¿Igual que yo? Perdona, pero yo no he engañado a nadie.
Vicky: ¿A no? ¿Estás seguro de eso?

Negué con la cabeza mirando el suelo.

Yo: Lo mío es diferente.
Vicky: ¿Qué ves de diferente en engañar a Stella y al todo el colegio que no vives aquí y que eres rico como ellos?
Yo: Sabes que lo hago por una razón.
Vicky: Lo sé, Danny, lo sé. Pero no la juzgues si tú estás haciendo lo mismo.
Yo: Déjalo, ¿Vale? Tú no lo entiendes.
Vicky: ¿El qué no entiendo?
Yo: Nada…
Vicky: Danny. – Dijo cortante.
Yo: Es que no lo sé, Vicky. Me ha dolido que me engañase de esa forma. Creía que era diferente a todas esas pijas sin neuronas del colegio.
Vicky: Y lo es. Ahora solo tienes que dar el paso y confiar en ella. Te mostrará que estás equivocado con ella, que ella no es como las otras.
Yo: ¿Y cómo sabes eso?
Vicky: Ah. – Dijo levantando los hombros y las manos a la vez.- Eso lo tienes que descubrir tú solito.

Dicho esto, empezó a sacar comida de las estanterías para hacernos la comida.

Mientras comíamos, no tocamos el tema. No tocamos el tema más durante todo el día. Nuestra relación de hermano seguía igual que siempre. Haciendo el tonto en cuanto podíamos y siempre tomando nuestras bromas que nos hacíamos mutuamente bien. El interrogante era cómo sería ahora mi relación con Taylor. No sé si debería olvidar y como dice mi hermana conocerla, o evitarle y no volverle a hablar más. Aun que la segunda opción se me haría más dura de cumplir. Y mi pregunta era: ¿Por qué?

El resto del día lo pasé viendo la televisión. Pasaba de hacer los deberes; no servían para nada. Bueno, en realidad sí: desperdiciar el tiempo.

Empezaba a anochecer y subí a mi habitación a escuchar música. Fui hacia la estantería en la cual encontré aparte de disco de Bruce, un calzoncillo que no encontraba hacía un par de semanas. Lo tiré al cesto de la ropa sucia y después cogí un CD de Bruce y lo puse en mi mini cadena de música. Su voz inundó mi habitación cuando Born in the U.S.A comenzó a sonar.

Salí al balcón para simplemente tomar el aire pero no me di cuenta que Taylor también estaba en su balcón, que hacía frente con el mío, mirando las estrellas de esta noche. Bajó la mirada del cielo cuando me vio. Y me miró con tristeza. No sabía si debía decirle algo, tal vez no era lo más apropiado ahora, o tal vez sí. Se dio media vuelta y cuando iba a entrar en el interior de su cuarto, hablé.