lunes, 20 de febrero de 2012

Capítulo 8.


Me quedé observándole mientras pensaba que contestarle.

Danny: Y bueno, ¿vas a responder? – Dijo curioso.
Yo: ¿Me acabas de preguntar si me gusta Cameron?
Danny: Sí. – Dijo firme.
Yo: Bueno, pues… No. Nunca me había fijado en él.
Danny: Vale. – Dijo asintiendo. – Solo era eso. – Pasó su brazo por mis hombros acercándome a su pecho a la vez que sonreía.

Llegamos a mi casa.

Yo: Si quieres pasa, solo le diré a mi madre que comeré en vuestra casa.
Danny: Da igual, yo paso.

Entramos a mi casa y fuimos a la cocina a la busca de mi madre. Pero en lugar de encontrarme a ella, me encontré a una pequeña nota color rosa que ponía que se había ido con mi tía a comer al centro de Londres.

Yo: Pues parece que no hace falta que la diga nada. – Dije tendiéndole la nota  Danny.

Él la cogió y la leyó.

Danny: Pues listo, vamos a mi casa que tengo un hambre. Mira, mira. Oye mis tripas.
Yo: A ver, aclárate. ¿Qué las mire o que las oiga?
Danny: Eres una tiquismiquis. – Dijo mirándome mal a la vez que negaba con la cabeza.

Una hora después ya habíamos comido y hecho el bobo junto a Vicky. Danny se fue a su cuarto para preparar el equipaje para el partido.

Vicky: ¿A qué horas has quedado con Stella?
Yo: A la cuatro y media.
Vicky: Pues va siendo hora de que te cambies y vayas. No la gusta esperar.
Yo: Vicky, ¿te puedo hacer una pregunta?
Vicky: Claro.
Yo: Espero que no te moleste pero… ¿Por qué Stella y tú os lleváis tan mal?
Vicky: Sabía que me ibas a preguntar eso.
Yo: ¿Tan predecible soy?
Vicky: No, pero tengo un sexto sentido, haha.

Sonreí.

Vicky: Pues verás… en realidad todo fue por un chico. Se llamaba Brandon y…
Yo: Vale, ya sé como sigue la historia.

En ese instante Danny bajó por las escaleras saltándolas de dos en dos.

Danny: Bueno chicas, yo me tengo que ir. ¿Segura que no quieres ir, Vicky?
Vicky: Segura. He quedado para ir al cine.
Danny: Vale, te veo allí, Taylor. – Dijo saliendo por la puerta y levantando la mano como despedida.
Yo: También va siendo hora que me vaya ya.
Vicky: Vale, esta noche hablamos, ¿no?
Yo: Claro. – Me levanté del sofá y salí de la casa de los chicos.

Entré en la mía corriendo para poder vestirme y llegar a tiempo. Tendría que plantearme mejor eso de tener una agenda para organizarme un poco mejor. No era bueno que siempre tenga prisa allá a donde voy.

Me puse unos pantalones vaqueros ajustados, una camiseta de manga boba y una chaqueta por encima. También cogí la bufanda por si hacía frío en el campo. Me peiné un poco y salí de casa.
Fui andando a paso rápido hacia el instituto. Por suerte no me pillaba lejos. Lo tenía a cuatro manzanas. Tras esperar cinco minutos en la puerta del colegio, un coche aparcó en la acera de enfrente y Stella salió de él.

Stella: ¡Taylor! – Dijo saludándome frenéticamente

Cruzó la calla mirando para ambos lados y al llegar, me abrazó.

Stella: Venga, vamos yendo que si no llegamos tarde.
Yo: Vale. Por cierto, ¿Qué tanto te interesa ver el partido?
Stella: A parte por Danny, que juega fenomenal, por Cameron y por ti, pillina.

Decidí callarme, pues sabía si decía algo me replicaría y empezaría a tocarme la vara.

Tras cinco minutos hablando de todas las cremas que se echaba en la cara, más que cremas serían potingues, llegamos al campo de fútbol. Como era de mi parecer, hacía frío, ya que de vez en cuando venía alguna que otra ráfaga de viento.

Stella y yo, además de muchos más espectadores, nos sentamos en la primera fila de las gradas a su petición.

El partido comenzó y a decir verdad, todos los que nuestro instituto jugaban muy bien.

Stella: Ay, ¿Has visto que bien juegan?
Yo: La verdad es que lo hacen muy bien.
Stella: Mira, mira. Van a marcar. – Dijo señalando a Danny y a Cameron que estaban ya en el área.

De pronto, Cameron chutó la pelota y marcó tal gol que hizo a todo el mundo a favor de nuestro equipo, claro está, que se levantasen con las manos arriba a la vez que saltaban y gritaban eufóricos. Yo me limité a aplaudir, igual que Stella.

Cameron miró hacia las gradas, concretamente donde estábamos ambas y me señaló mientras que un ojo me giñaba. ¿Me había dedicado el gol a mí? Oh… Y una vez más consiguió que me sonrojara y que la mayoría de los presentes fijasen su mirada en mí.

Stella me dio un codazo y empezó a reírse.

Stella: ¿No le vas a hacer nada? ¡Que te ha dedicado un gol!
Yo: ¿Qué haga el qué? – Dije negando con la cabeza.

Tras el gol de Cameron, el partido volvió a reanudarse. Entre pases, toques, tiros a puerta, pasó casi mitad del partido. Es más, ya estaba a punto de finalizar cuando mi buena suerte, notándose mucho la ironía, actuó otra vez sin que la diera permiso. Una patada mal dada del equipo contrario hizo que el balón ascendiese a los cielos cayendo exactamente donde estaba yo. 
Dándome golpe tan fiero en la cabeza que casi me tira para atrás si no llega a ser por Stella que me sujetó. ¿Por qué estas cosas siempre me pasan a mí?

La nariz me dolía, mucho. Hice una leve presión sobre ella y después observé que la palma de mi mano estaba impregnada de sangre.

Stella: Oh, mierda. Estás sangrando… Vamos abajo a la enfermería a que te den algo.

El árbitro finalizó el partido con la victoria de nuestro instituto. Todos saltaban y gritaban alegres por el resultado obtenido. Mientras que yo, estaba en la enfermería sentaba en una silla con un rollo de papel bajo el brazo para sacar de vez en cuando más cachos para posarlo sobre mi nariz y evitar que la hemorragia cesase. Stella miró al umbral de la puerta y sonrió descaradamente. También miré hacia la puerta y me puse nerviosa al verlo.

Stella: Bueno, os dejo solos. Voy a ir a ver a Danny.

Cameron se acercó a mí y con el dedo índice levantó mi barbilla para que le mirase a esos preciosos ojos verdosos, puesto que había agachado la cabeza al verle.

Cameron: ¿Estás mejor? Que vaya coscorrón te has dado, eh. – Dijo sonriendo de medio lado.
Yo: Sí, solo ha sido un balonazo, nada importante. – Encogí un hombro.
Cameron: Por lo menos pudiste ver el gol que te dediqué. – Dejó ver su hoyuelo.
Yo: Gracias por dedicármelo… No hacía falta. – Dijo entre cortada.
Cameron: Claro que sí. Así haré ver a todas esas chicas que estarán a fuera esperando a que salga que no pienso irme con ellas a algún McDonald’s.
Yo: ¿Lo has hecho solo para quitártelas de en medio? – Dije bromeando.
Cameron: ¡No! A ver… no me has entendido.
Yo: Haha, sólo bromeaba.
Cameron: Uf, menos mal. – Dijo algo aliviado.

Se fue acercando más y más  mí. Tanto que tenía su nariz casi rozando la mía. Notaba su aliento con olor a menta debido a que estaba comiendo un chicle, chocando contra mi cara. Suspiré mirándole a los ojos. Elevó la mano hasta posarla en mi mejilla, donde realizó una caricia casi imperceptible. Pero no llegamos a mucho más porque alguien carraspeó desde la puerta. Nos separamos rápidamente. Mierda.

sábado, 11 de febrero de 2012

Capítulo 7.


Yo: ¡Taylor! – Grité su nombre para que no entrara.

Se dio la vuelta sorprendida.

Taylor: Dime, Danny. – Se la notaba en la voz que estaba triste.
Yo: Yo… - Me quedé callado, no sabía que decirle mientras que ella me miraba esperando una respuesta.- Lo voy a intentar. – Dije al fin.
Taylor: Intentar ¿Qué?
Yo: Conocerte mejor. Vicky me ha garantizado que no eres como las demás y a serte sincero, eso espero. No me falles, por favor. – Dije mirándola directamente a los ojos, sin perder el contacto visual.
Taylor: Está bien. Muchas gracias por darme otra oportunidad, por confiar en mí.
Yo: No hay de que.- Dejé que saliera a la luz una pequeña sonrisa al ver la suya. - ¿Empezamos de nuevo? – Dije tendiéndole la mano.
Taylor: Empezamos de nuevo.- Dijo estirándose un poco hasta llegar a mí.

Estuvimos en silencio un rato. Y no era un silencio cómodo, verdaderamente.

Yo: Es raro.- Por fin hablé.
Taylor: ¿El qué?
Yo: No sé, esto. Que seamos vecinos, que ahora estemos uno en frente del otro, casi tocándonos.
Taylor: Ah, bueno. Un poco sí, pero es más raro que sigamos aquí de pie con el frío que hace.- Soltó una pequeña carcajada.
Yo: Haha, también.
Taylor: Ahora vengo, quédate ahí.
Yo: Vale.

Entró al interior de su habitación y un par de minutos después, volvió con dos mantas cuadriculadas. Una me la tendió y la cogí. La otra se la quedó ella para después taparse los hombros. Yo hice lo mismo.

Yo: Gracias.

Ambos nos sentamos en el suelo del balcón.

Yo: ¿Sabes? Aún no tengo tú número, ni tu correo.
Taylor: Pásamelos que yo te agrego después.- Dijo con una sonrisa.
Yo: Vale.- Se los di.
Taylor: Perfecto.
Yo: ¿Sabes que no lo podremos ocultar por mucho tiempo, no?
Taylor: Ocultar ¿qué? – Dijo confundida.
Yo: Que vivimos aquí, que somos vecinos, que no somos tan ricos como ellos…
Taylor: Lo sé, pero ¿Tú lo has conseguido, no?
Yo: Sí, pero no por dentro de mucho. Stella cada vez insiste más en venir a mi casa y… no puedo decirle que vale.
Taylor: Si de verdad le gustas, no la tendría que importar cuánto dinero tienes.
Yo: Lo sé, pero las cosas no son tan fáciles como tú piensas, Taylor.
Taylor: ¿Y cómo son?

Hice una mueca, ella lo entendió.

Yo: Lo siento…
Taylor: No pasa nada, lo entiendo. – Sonrió.

Sonreí a la vez que la miraba fijamente a los ojos. De pronto, una ráfaga de viento vino hacia nosotros.

Yo: Es mejor que me vaya si no quiero que pille un constipado y no pueda jugar al partido de fútbol que tengo mañana.
Taylor: Vale, hasta mañana. – Dijo dándose la vuelta para entrar a su habitación.
Yo: Taylor.- Dije antes de que entrara.
Giró un poco la cabeza para así poder verme.
Taylor: Dime.
Yo: ¿Te apetece mañana por la tarde ir a verme jugar? No soy muy bueno pero…
Taylor: Me encantaría.- Dijo cortándome para después cerrar su puerta del balcón y bajar las persianas.

Fin POV Danny.

El despertador sonó a las siete y media. Me levanté de la cama a duras penas, tropezándome con los muebles, pues todavía no me sabía dónde tenía cada uno de ellos para poder andar con los ojos cerrados por toda la casa. Bajé las escaleras sujetándome en el pasa manos así pues, que mi torpeza no volviera a actuar dejándome sin dientes.

Llegué a la cocina donde mi madre con una alegre sonrisa me recibió. Me puso el desayuno en la mesa, cual contenía una taza de café junto a dos tostadas con mermelada de frambuesa, y empecé a comerlas. Cuando miré al reloj y vi que el puntero marcaba las ocho menos cuarto pasadas, tragué el último trozo de la tostada apenas sin masticarlo, y corrí velozmente hacia mi cuarto para poder cambiarme y asearme y que al menos una vez en mi vida, no llegase tarde al instituto.

No tardé ni siete minutos salir de casa, no sin darle un beso a mi madre antes, y a andar a paso ligero. Mientras buscaba mis cascos en el interior del bolsillo pequeño de mi mochila, escuché una voz gritando mi nombre. Me giré para ver de quien se trataba. Más bien, de quienes.

Yo: Buenos días, chicos. – Dije amablemente.
Vicky: Otra vez llegando tarde, ¿eh?
Yo: Y vosotros igual.
Danny: Nos ha pillado, Vicky. – Dijo carcajeándose.
Vicky: Calla.- Le fulminó con la mirada. – Corramos que si no, no llegamos.
Yo: Vale.
Danny: Por cierto, Wendy. - Dijo mirándome. –El partido de fútbol es esta tarde a las cinco. ¿Al final vendrás?

Pude notar como Vicky nos miraba con cierta confusión pero a la vez diversión.

Yo: Claro, ¿Dónde es?
Danny: Vicky lo sabe. La llevarás, ¿no? – Miró a Vicky.
Vicky: Claro, claro. Allí estaremos.
Danny: Lleva a tus amigos si quieres.
Vicky: Me lo pensaré.

Llegamos al instituto y, como era de esperar, todos los alumnos ya estaban sentados en sus pupitres a la espera de la llegada del profesor. Por lo menos aún no había llegado. Pero no tardó mucho el hacerlo. Nuestro profesor de lengua, Bill, llegó con cierta prisa.

Bill: Buenos días, chicos. Tenemos que hacer muchas cosas hoy, así que atended porque el próximo día habrá examen.

Todo el mundo emitió un sonido de queja.

Cameron: No lo hagas, anda. – Dijo haciendo una mueca.
Bill: ¿Para qué te quejas si nunca estudias?

Una carcajada al unísono estampó contra las cuatro paredes de las cuales estaban formando el aula.

Cameron: ¿Quién ha dicho que lo hago por mí? – Dijo sonriéndole. – Lo digo para no hacer que Taylor estudie y pueda quedar conmigo esta tarde. – Dijo posando su codo en el respaldo de la silla a la vez que giraba levemente el cuello para mirarme.

Mis mejillas se tornaron rojas y noté como algunas personas de mi alrededor cuchicheaba mientras que otras decían: ‘Uy, uy, con que Cameron, eh’.

Danny: Calla, tío. Que hoy tienes partido.
Bill empezó a reírse –menos mal que no era de esos profesores estrictos- y añadió:
Bill: Mejor sigamos con la materia, que nos vamos por las ramas.

Le amé, en ese jodido momento le amé. Y aunque el profesor había empezado la explicación del tema, aún podía notar como algunas mirabas de posaban en mí. Pero intenté darle la menor importancia posible.

Un papelito doblado ligeramente aterrizó en mi mesa. Lo cogí rápidamente para que Bill no se diera cuenta y después miré hacia los lados para saber de quién había sido. Vi a Stella mirándome a la vez que articulase para que la leyera.

Vi que Bill estaba escribiendo en la pizarra, por lo que podía tranquilamente leerla. Desdoblé el papelito y en un bolígrafo color rosa purpurina ponía:

¡Taylor, no me puedo creer lo de Cameron! ¿Te gusta? Está claro que tú a él sí. ¿Qué te parece que vayamos a ver a los chicos en el partido de esta tarde? Contesta xoxo.”

A lo que yo la contesté:

¿Gustarme? Pues nunca lo había pensado… ¿Al partido? Está bien.”

La lancé la nota y después de un par de minutos de contestó con otra diciendo:

Perfecto. El campo de fútbol no está muy lejos de aquí, si quieres a las cuatro y media quedamos en la puerta del colegio y vamos juntas.

Miré a Stella y la asentí como respuesta a la notita. La que me esperaría, pensé.
El timbre sonó y Bill salió de la clase despidiéndose de nosotros. La punta de un bolígrafo tocó mi espalda repetidas veces. Apoyé mi espalda en la pared y miré al resto de la clase para que no notasen mucho que hablaba con Vicky.

Yo: Dime.
Vicky: Creo que será mejor que no vaya al partido de mi hermano. Con lo que ha pasado ahora Stella querrá ir contigo.
Yo: Sí, me ha mandado una nota preguntándomelo.
Vicky: Vale, entonces cuando acabe el partido ven con mi hermano a nuestra casa y pasamos la tarde juntas.
Yo: Me parece perfecto.
Vicky: Bien.- Dijo sonriendo ligeramente.

Me volví a girar, pues la profesora Margaret llegó. Y como siempre, la clase de matemáticas no sólo fue aburrida, si no eterna. Cuando el timbré sonó pensé que se me había pasado ya la vida entera. Me levanté del sitio y Stella vino corriendo donde mí. Hannah y Amanda la acompañaban.

Stella: Vamos corriendo al recreo, tengo que contarte muchas cosas, igual que tú a mí. – Dijo tirándome del brazo.

Una vez abajo, nos sentamos en nuestro sitio de siempre, debajo de la gran estatua del fundador del colegio.

Stella: A ver, cuéntame.
Yo: ¿Qué te cuente qué? – Dije confundida.
Stella: Lo de Cameron, ¡Qué si no! ¿Desde cuándo hablas con él?
Yo: Desde nunca. Jamás le he mirado y menos hablado.
Stella: Wow, pues conociendo bien a Cameron, le gustarás mucho.
Yo: ¿Por qué lo dices?
Stella: Por dos cosas: 1.- Dijo levantando su dedo índice. – Jamás pide salir a ninguna chica, siempre son ella a él. Y 2.- Levantó el dedo corazón. – Si alguna vez se lo pide a alguien, es que la conoce mucho.
Asentí.
Stella: Oh Dios, ¿Te imaginas las dos haciendo una comida o cena de parejas?
Yo: Esto… ¿Qué? ¿Parejas? Yo no soy nada de Cameron.
Stella: Lo sé, pero lo serás. Sé que te gusta.
Yo: Yo n…- El timbre sonó interrumpiendo lo que iba a decir a Stella.

Subimos al aula para tener las dos últimas horas de clase. Menos mal que eran pasablemente entretenidas. Al fin el timbre tocó nada más el reloj marcar las dos en punto. Todos nos levantamos de las sillas a la vez que recogíamos todo y lo introducíamos en las mochilas.

Stella: ¡Hasta la tarde, Taylor! – Dijo saliendo del aula. Asentí como respuesta.

Miré por la clase para ver si encontraba a Vicky, pero no estaba. Seguro que ya se había ido con sus amigos. Puse mi mochila en el hombro derecho y me propuse a salir de clase. A la salida, estaban todos los alumnos del colegio amontonados en la puerta esperando a que sus padres les cogiesen o simplemente hablando.

Cuando me dispuse a caminar después de echar un último vistazo entre la gente para ver a Vicky, noté una mano que se posó en mi hombro. Me giré sobresaltada y le miré.

Cameron: Siento haberte asustado, princesa.
Yo: N-no pasa nada. – Dije sonrojándome.
Cameron: Espero verte esta tarde en el partido, eh.
Yo: Claro, allí estaré.
Cameron: Perfecto. Hasta la tarde, entonces. – Dijo sonriente.

Dicho esto, me volví a girar para irme. Pero otra vez noté un toquecito en el hombro.

Yo: ¿Otra vez, Came…ron?

No, no era Cameron.

Danny: Si me tiño el pelo de rubio y me pongo lentillas verdes… tal vez sea él.
Yo: Lo siento, solo es que… bueno, da igual. ¿Querías algo?
Danny: No, bueno, sí.
Yo: ¿El qué?
Danny: Preguntarte si querías ir a casa conmigo. He estado esperando a Vicky pero hace poco me ha llegado un mensaje diciendo que se fue con sus amigos y…
Yo: Vale. Vamos.- Dije contándole a la vez que le sonreía.
Danny: No es justo, siempre me cortas antes de que pueda acabar la frase.
Yo: Haha, es que te enrollas más que las persianas. Es más, nunca he conocido a persona más enrolla…
Danny: Lo pillo.
Yo: Eh, esta vez me has cortado tú.
Danny: Alguna vez tenía que pasar, haha.

Estuvimos hablando de diversas cosas más sin importancia. Tonterías y demás. Hasta que Danny me hizo una pregunta que no me lo esperaba para nada. 


domingo, 5 de febrero de 2012

Capítulo 6.


Pasaron al interior de mi cuarto y los dos se sentaron el mí mullida cama.

Danny: Bien, ya estamos en tu cuarto. Ahora, explícame todo.- Parecía enfadado. Más bien decepcionado.

Yo: Vale.- Respiré hondo. – He mentido tanto porque… porque me daba miedo ir a un colegio con ese estatus y la gente me echara en cara que no era tan rica como ellos.
Danny: Ah, muy bien… - Dijo irónicamente. – Taylor, te veía con otros ojos. Tú para mí eras diferente.
Yo: Danny, de verdad que lo soy. Yo no soy como ellas.
Vicky: Tiene razón, Danny. A mí también me chocó mucho cuando me enteré y me explicó todo… Pero dala una oportunidad.

Negó con la cabeza a la vez que se mordía el labio inferior mientras mirada al suelo.
Danny: Me lo tendré que pensar. – Me miró intensamente para que después me levantase de la cama y saliese de mi habitación. Probablemente a su casa.

Vicky también se levantó de la cama para venir a mí y darme un tierno abrazo.

Vicky: Me voy a mi casa que tengo muchísima hambre. Si necesitas algo, me llamas ¿vale?

Asentí y después ella también se fue. Caí rendida sobre la cama, mirando al techo. Pensando en lo que acaba de pasar y las consecuencias que tendría.

POV Danny.

Salí de la habitación de Taylor, si es que ese era su verdadero nombre. La rabia de corroía, me comía por dentro. No podía imaginar cómo nos tenía engañados a todos.  Di un portazo al entrar en mi casa. Mi madre no estaba y mi padre mucho menos, estaría trabajando, como siempre.  Entré en la cocina y di un porrazo a la encimara para después posar ambas manos sobre ella negando con la cabeza. Oí como la puerta de casa se volvía a abrir. Vicky entró en la cocina y me vio así, furioso.

Vicky: Danny… ¿Estás bien?
Yo: Perfectamente, me encanta que me engañen y me mientan, ¿sabes?
Vicky: Por eso mismo no quise decírtelo.
Yo: Claro, y es mejor ocultármelo, ¿no?
Vicky: Danny, no es para ponerse así, ¿Vale?
Yo: ¿Qué no lo es? A ti también te ha mentido, no sé como sigues con ella.
Vicky: Porque es una buena persona. Sé que no hizo lo correcto al engañarnos, pero es humana y tiene derecho a equivocarse, igual que tú.
Yo: ¿Igual que yo? Perdona, pero yo no he engañado a nadie.
Vicky: ¿A no? ¿Estás seguro de eso?

Negué con la cabeza mirando el suelo.

Yo: Lo mío es diferente.
Vicky: ¿Qué ves de diferente en engañar a Stella y al todo el colegio que no vives aquí y que eres rico como ellos?
Yo: Sabes que lo hago por una razón.
Vicky: Lo sé, Danny, lo sé. Pero no la juzgues si tú estás haciendo lo mismo.
Yo: Déjalo, ¿Vale? Tú no lo entiendes.
Vicky: ¿El qué no entiendo?
Yo: Nada…
Vicky: Danny. – Dijo cortante.
Yo: Es que no lo sé, Vicky. Me ha dolido que me engañase de esa forma. Creía que era diferente a todas esas pijas sin neuronas del colegio.
Vicky: Y lo es. Ahora solo tienes que dar el paso y confiar en ella. Te mostrará que estás equivocado con ella, que ella no es como las otras.
Yo: ¿Y cómo sabes eso?
Vicky: Ah. – Dijo levantando los hombros y las manos a la vez.- Eso lo tienes que descubrir tú solito.

Dicho esto, empezó a sacar comida de las estanterías para hacernos la comida.

Mientras comíamos, no tocamos el tema. No tocamos el tema más durante todo el día. Nuestra relación de hermano seguía igual que siempre. Haciendo el tonto en cuanto podíamos y siempre tomando nuestras bromas que nos hacíamos mutuamente bien. El interrogante era cómo sería ahora mi relación con Taylor. No sé si debería olvidar y como dice mi hermana conocerla, o evitarle y no volverle a hablar más. Aun que la segunda opción se me haría más dura de cumplir. Y mi pregunta era: ¿Por qué?

El resto del día lo pasé viendo la televisión. Pasaba de hacer los deberes; no servían para nada. Bueno, en realidad sí: desperdiciar el tiempo.

Empezaba a anochecer y subí a mi habitación a escuchar música. Fui hacia la estantería en la cual encontré aparte de disco de Bruce, un calzoncillo que no encontraba hacía un par de semanas. Lo tiré al cesto de la ropa sucia y después cogí un CD de Bruce y lo puse en mi mini cadena de música. Su voz inundó mi habitación cuando Born in the U.S.A comenzó a sonar.

Salí al balcón para simplemente tomar el aire pero no me di cuenta que Taylor también estaba en su balcón, que hacía frente con el mío, mirando las estrellas de esta noche. Bajó la mirada del cielo cuando me vio. Y me miró con tristeza. No sabía si debía decirle algo, tal vez no era lo más apropiado ahora, o tal vez sí. Se dio media vuelta y cuando iba a entrar en el interior de su cuarto, hablé.