viernes, 23 de diciembre de 2011

Capítulo1.

Esperé unos segundos tras llamar la atención de todos los del interior de la clase, y giré el manillar dudosa e insegura.

Una vez abierta la puerta por completo, me introduje al interior de la sala bajo la atenta miraba de todos.  Y ahora me preguntaréis, ¿Por qué tanto miedo? ¿Por qué quería caerles tan bien? Muy simple. Mis padres se mudaron a esta ciudad por motivos de trabajo y como todos buenos padres quieren, es que sus hijos estudien en el mejor colegio de la zona, por lo que me metieron a un colegio de pijos por beca. Mi familia no tenía la cuenta bancaria que tenía todo el mundo de este colegio y de ahí, el motivo. No es que me avergonzara del estatus de mi familia, pero tampoco quería que se enterasen que yo, la humilde y de bajo estatus llamada Taylor, se incorporaba a este estirado colegio mediante una beca, pues no se podía permitir pagar la estancia allí.

Profesor: Chicos, este es vuestra nueva compañera Taylor. Es nueva en la cuidad, viene de Plymouth. Espero que la acojáis con los brazos abiertos y que la hagáis un curso muy ameno. Siéntate ahí al fondo.- Dijo amablemente.

Pasé por el pasillo central con la cabeza baja y me senté en el fondo, como bien me había indicado el profesor de Química.

Profesor: En esta primera clase, os pondré por parejas. Las cuales serán vuestro compañero de laboratorio durante todo el curso. Y no, no acepto cambios.

Se oyó un quejido al unísono que retumbó sobre las paredes de toda la clase. Sacó una lista de su maletín marrón arrugado y la posó sobre la mesa. De pronto, todos los alumnos corrieron hacia la mesa a ver con quien les habían tocado. Todos menos yo, que esperé que la muchedumbre se dispersara. Cuando apenas quedaban tres personas observando el papel, me acerqué para ver con quien me tocaría.

‘Taylor Evans con… Vicky Jones’, ponía la lista. ¿Quién sería? Rápidamente volví a mí sitio en el cual me senté. Una chica se acercó a mí con una sonrisa.

-: Hola, soy Vicky Jones, tu compañera de laboratorio.
Yo: Oh, encantada.- Dije sonriéndole.
Vicky: Como me alegra que eres tú mi compañera, pareces muy maja.
Yo: Lo mismo digo,  Vicky.

El timbre sonó y una avalancha de gente se dirigió hacia mi mesa. Rodeándome.

-: Encanta, soy Stella.- Me dijo una chica morena de ojos verdes.- Espero que sepas elegir bien tus compañías, como yo.- Dijo con cierta risita tonta a la vez que miraba que Vicky.
Vicky: ¿Algún problema, Stella? – Dijo enfadada.
Stella: Ninguno, Vicky. Ven conmigo, Taylor. – Dijo agarrándome del brazo provocando que me levantase de la silla.
Yo: ¿A dónde me llevas?
Stella: A nuestro sitio en el recreo. Es solo de nuestro grupo y nadie se puede acercar a él.

Asentí con la cabeza. Nos sentamos en un bordillo que había en frente de una estatua, del fundador del colegio, supuse. Al rato se nos acercaron unas chicas, parecidas a Stella.

Stella: Chicas, esta es la nueva chica de mí clase, Taylor. La he salvado de las garras de Vicky y Carrie.
-: Encantada, soy Amanda.

Pelo negro con ojos claros.

-: Y yo soy Hannah.

Rubia oxigenada de bote con ojos castaños.

Stella: Será nuestra nueva amiga. Tendremos que salir con ella esta tarde al centro de compras.
Amanda: Por mí perfecto. Necesito unos zapatos nuevos.
Stella: ¿Sabes dónde queda el centro, Taylor?
Yo: Más o menos.
Amanda: Mejor te buscamos a casa.
Stella: Sí, ¿Sabes el nombre de tu calle?
Yo: Aún no, es un nombre muy extraño.- mentí.
Hannah: Vivirá en la parte rica de Londres, si no, no estaría en este colegio, ¿no?
Yo: Claro, claro…
Stella: Pues cuando te enteres, me llamas. Aquí tienes mi número. – Me dijo dándome un papel rosado con su número de teléfono apuntado.
Yo: Gracias, pero… Mejor quedamos en el centro. Sabré llegar, no os preocupéis.
Stella: Como quieras. Quedamos a las cuatro en la puerta principal del centro comercial. ¿Está bien?

Asentí y el timbre sonó.

El resto de las clases pasaron rápidas, pues solo era presentarse y decir los cuadernos que deberíamos traer a dicha clase.

Cuando ya era hora de irse a casa, fui lo más rápida que pude, nadie podía verme y descubrir donde vivía. Estaba contenta con mi casa, para mi gusto era grande, bonita y acogedora, pero eso no pensaría Stella y compañía. Nada más dar la curva para llegar a mi calle, me choqué con alguien. Los libros que tenía en mis brazos, cayeron al suelo junto con todas las circulares que me había dado para llevárselas a mis padres. Me agaché rápidamente para recoger todo antes de que el viento se lo llevase todo, y la persona con la que me choqué, hizo lo mismo. Alcé un poco la vista y pude ver quién era, Vicky.

Yo: Yo… Gracias.
Vicky: No tienes porque dármelas, en cierto modo ha sido mi culpa.
Yo: No, he sido yo la que ha girado rápido sin mirar…
Vicky: Bueno, la culpa de las dos y punto.

Sonreímos ambas.

Yo: ¿Y qué haces por aquí?
Vicky: Eh… pues… vivo aquí.- Dijo algo avergonzada.

¿Ella vivía aquí? ¿Y cómo es que iba a un colegio tan caro?

Yo: ¿Vives aquí? ¿Y…?
Vicky: ¿Qué cómo voy a ese colegio?- Asentí.- Por beca.
Yo: Ah…
Vicky: Pero por favor, no se lo digas a Stella y demás.
Yo: Vale, pero ¿Por qué no quieres que no las comente nada?
Vicky: Es una historia difícil de explicar.
Yo: Entendido.- Dije asintiendo.
Vicky: ¿Y cómo es que tú hagas por aquí?
Yo: Ah, pues que… estoy esperando a… mi chofer.
Vicky: Ah, vale. Pues no te molesto más. Hasta mañana, Taylor.

Se despidió con la mano y caminó hasta su casa. ¡Mierda, vivía justo al lado de mí!
Esperé un rato más y miré a mis alrededores para ver si venia alguien. Corrí hasta mi casa y cerré la puerta tras de mí. Dejé los libros sobre el descansillo y fui a la cocina, donde estaba mi madre poniéndome la comida en la mesa.

Cath: ¡Taylor! ¿Qué tal en tu primer día de colegio?
Yo: Genial, mamá. Esta tarde he quedado en el centro comercial con unas chicas de mi clase.
Cath: ¡Qué bien! ¿Quieres que te acerque en coche?
Yo: No, gracias. Voy andando y así conozco mejor la ciudad.

Asintió y las dos empezamos a comer. Al acabar subí a mi cuarto y me cambié de ropa. Tenía que prepararme para estar tarde. No me podían ver con cualquier ropa.

En unas cosas y otras, ya eran las tres y media. Tenía que salir de casa ya para no llegar tarde la primera vez que quedaba con ellas. Por lo que hice fue eso, cogí al chaqueta y salí a la calle. Por mi buen instinto de la orientación, conseguí llegar al centro comercial en tiempo récord. Miré mi móvil y dentro de poco iban a  llegar.

Me senté en un banco que estaba al lado de la entrada y esperé hasta que llegaran. No tardaron mucho, pues cinco minutos después de sentarme las vi venir a lo lejos. Me levanté del banco y fui donde ellas.

Stella: Hola Tay, ¿Llevas mucho tiempo esperando?
Yo: No, apenas cinco minutos.
Amanda: Ah, bueno. Pues entonces entremos.

Entramos en el centro comercial y era enorme. Había tiendas, muchas tiendas. Tanto de ropa, como cafés, restaurantes…

Hannah: ¿A cuál vamos primero?
Stella: Da igual, miremos por lo escaparates y compremos repulsivamente, haha.
Amanda: ¿Has traído dinero, Taylor?
Yo: Sí, sí.
Hannah: Yo solo he podido traer 200 libras. Mis padres no me han dado la paga de esta semana.
Stella: Da igual, si luego necesitas algo, te lo pago yo.

¿200 libras? Pe-pero… yo solo había traído cincuenta.

Empezamos a entrar en tiendas. Cada una más cara que la otra. Y yo con mis cincuenta libras no podía comprar ni las pelusillas de alguna camiseta.

El resto de la tarde pasó volando y ya era hora de que me fuese a casa, ya que mañana tenía que madrugar para ir al instituto. No estaría bien que el segundo día de clase, fuera con unas ojeras tremendas.

Me despedí de las chicas y puse rumbo a mi casa. Cuando estaba a punto de llegar a mi casa, un chico que estaba casi a mi lado, se tropezó y se cayó al suelo. Por lo que fui a socorrerle.

-: Gracias.- Dijo el chico después de estar levantado.

Me sonaba de algo, juraría que de vista del colegio. Por eso, no quise arriesgar a que me pudiera ver la cara que me di media vuelta lo más apresuradamente que pude y entré escopetada en casa. Al cerrar la puerta, posé mi espalda sobre ella exhalando aire sonoramente. Dejé las llaves en el recibidor y subí a mi cuarto. Esta noche no cenaría, puesto que no tenía hambre.

Al día siguiente.

Las ocho menos diez y aún estaba sin pantalones. No podía llegar tarde, y menos si era el segundo día de clase. Rápidamente terminé de vestirme y bajé de dos en dos las escaleras tras coger mi mochila. Di un rodeo a la cocina llevándome cuatro galletas de chocolate que había sobre la mesa, el café pasaba de tomármelo. Salí de casa, no sin antes mirar a derecha o izquierda por si veía a alguien conocido. Puesto que no había nadie, salí del interior de la casa y cerré la puerta tras de mí. Empecé a correr a lo largo de la calle para así poder llegar a tiempo al colegio. Y lo conseguí. Terminé mi carrera en un tiempo récord.

Entré la clase de laboratorio, todavía faltaba gente por llegar. Me senté en unas de las estrechas pero a la vez alargadas mesas de madera cuyo color era negro y respiré profundamente para que mi respiración volviese a su ritmo normal.

Y lo hizo, hasta que alguien me dio dos toquecitos en el hombro, cuyo acto me hizo asustarme.

2 comentarios: