Danny: Esto…
lo siento. – Dijo con una cara expresión en la cara difícil de entender.
Negó dos
veces con la cabeza para después darse la vuelta e irse.
Cameron: ¿Vamos?
Yo: Claro. –
Dije levantándome de la silla.
Me quité los
papeles que tenía dentro del orificio derecho de la nariz y lo tiré a la
basura. Me coloqué un poco el pelo y salimos juntos de la enfermería. Fuimos
donde se encontraban Stella y Danny.
Stella:
Chicos, ¿Queréis ir al centro comercial?
Danny y yo
nos miramos. Ambos sabíamos que no podíamos por no dejar a Vicky plantada.
Yo: Esto… yo
no puedo, tengo que hacer cosas con mis padres. Lo siento.
Cameron: ¿En
serio? ¿Y no lo puedes dejar para otro día?
Yo: No, lo
siento. Pero os prometo que a la próxima, voy.
Stella: Lo
tendré en cuenta. ¿Y tú, Dann?
Danny: Yo
tampoco puedo.
Stella: ¿Y
eso? – Dijo asombrada.
Danny:
Tengo… tengo que arreglar mi cuarto. Mi madre me ha dicho que si no lo hago, me
castiga. Y cuando mi madre se pone de malas… no hay quien la aguante.
Cameron: Oh,
vamos tío.
Danny: En
serio, prefiero organizarla para poder
salir luego.
Stella:
Bueno… pues nos veremos mañana.
Yo: Vale,
hasta mañana.
Danny:
Adiós, chicos.
Danny y yo
nos fuimos alejando de Stella y Cameron.
Yo: ¿Por
dónde vamos?
Danny: Tu
vete por ahí. – Dijo señalando con la mirada a la derecha. – Y yo iré por aquí.
Nos encontramos en la esquina.
Y eso
hicimos. Después de tres, cuatro minutos, nos encontramos y pusimos rumbo a
casa. Una vez allí, estuvimos haciendo el memo durante toda la tarde con Vicky
y la música.
Al día
siguiente.
Estaba en
clase atendiendo a la profesora de matemáticas cuando vi una notita volar, pero
no era precisamente para mí, si no para Stella. Mi instinto cotilla se accionó
y en lugar de mirar a la pizarra para lograr entender todos esos números,
presté atención con quien se mandaba esa nota Stella. Ella estuvo un rato
escribiéndola y se la lanzó a… madre mía, Cameron. ¿Qué estarán tramando esos
dos? Tenía que averiguar que ponía en esa nota.
Al fin el
timbre sonó finalizando la clase. Stella que estaba delante de mí se giró para
verme.
Stella:
Ahora tenemos química. ¿Vamos al laboratorio ya?
Yo: Vete tú
delante que tengo que copiar una cosa de la pizarra. – La sonreí.
Stella: Está
bien, te espero allí.
Se levantó
de su sitio y se fue. Esperé a que todos salieran de la clase para levantarme
de mi sitio y rebuscar en la mochila de Stella la maldita nota. Miré entre sus
libros, en el bolsillo pequeño pero ahí
no estaba. Oh, claro. El estuche. Lo abrí y ¡Bingo! Una nota perfectamente doblaba
estaba en el fondo del estuche. ¿Pero es que no sabe que las notas nunca se
pueden dejar ahí? La cogí y la metí en el bolsillo. Rápidamente cogí mi libro
de química y salí de clase para ir al laboratorio.
Una vez allí
me senté con Vicky, pues era mi compañera.
Yo: Mira lo
que he encontrado. – La enseñé disimuladamente la nota.
Vicky: ¿De
quién es?
Yo: Stella y
Cameron.
Abrió los
ojos como platos.
Vicky:
Corre, léela.
Asentí y
abrí el papelito con cuidado para que el profesor no me viera. Había dos
colores, rosa y negro. Empezaba Stella.
‘’ ¿No
sospechas algo? ’’ A lo que le contesta Cameron ‘’Sí, más nos vale abrir mucho
los ojos’’
Vicky y yo
nos miramos con los ojos extremadamente abiertos y con el corazón palpitando con fuerza.
Guardé la notita en el bolsillo de mi pantalón y estuve contando los minutos
para que el reloj marcase las dos para poder decirle todo esto a Danny. Como
esta ya era la última clase, no tuve que esperar mucho. A la salida esperé a
Danny en la puerta junto con Vicky.
Cuando le
vimos, le hicimos un gesto con la cabeza para que se viniera ya y, por lo
visto, lo pilló porque le dio un beso en la mejilla a Stella y salió delante de
nosotras.
Al minuto le
seguimos y nos encontramos en la vuelva de la esquina.
Danny: ¿Qué
pasa?
Yo: Mira
esto. – Le tendí la nota.
El la cogió
mirándonos dudoso y la abrió. Su expresión de la cara cambió por completo y
tornándose de preocupación.
Danny: ¿Es
de Stella y Cameron, verdad? Reconozco sus letras…
Vicky: Sí, y
están empezando a sospechar algo de nosotros. Vamos a casa ya y lo hablamos
mejor.
Ambos
asentimos y tomamos rumbo a mi casa para hablar tranquilamente. Introduje la
llave en el cerrojo y los tres entramos lo más rápido que pudimos. Una vez
dentro estuvimos hablando de las precauciones que deberíamos tener. De ahora en
adelante, nada de miraros y menos hablarnos en el horario de clase. Nada. Los
chicos de fueron de a su casa. Pasé todo el resto del día metida en mi
habitación escuchando música y haciendo los deberes.
Al día
siguiente me desperté cansada. No sabía porque pero no tenía ganas de hacer
nada. Me puse cualquier cosa que pillé por el armario y bajé a desayunar.
Apenas comí, pues no tenía hambre. Que mal empezaba el día… A ver como
acabaría.
Llegué al
colegio medio zombie, por lo que no me di cuenta de que toda la gente me estaba
mirando. ¿La razón? No tenía ni idea. Pero tampoco me importó mucho. Llegué a
clase y me senté en mi pupitre. Las dos primeras horas me limité a mirar a la
pizarra. Sin embargo, no atendí nada. Estaba en mi mundo.
Nada más
sonar el timbre, bajé al recreo. Esta vez Stella no me había ido a buscar al
sitio para bajar con ella. Miré hacia la estatua y allí estaba ella y sus dos
secuaces. Las saludé con la mano desde lejos, pero hicieron caso omiso a ello.
¿Qué ocurría hoy? Me acerqué a ellas pero antes de que me pudiera sentar,
Stella se levantó y me puso en frente de mí.
Stella: Con
nosotras no te sientas más.
Yo: ¿Se
puede saber qué ocurre?
Soltó una
carcajada y me miró con desprecio.
Stella: Es
que no solemos sentarnos con mentirosas. – Sonrió falsamente.
El corazón
se me detuvo. Pero… ¿Qué estaba diciendo?
Yo: ¿Q-qué
dices? – Dije con miedo.
Stella: Ay,
Taylor, Taylor… sabemos dónde vives. Y además, ayer investigué un poco sobre
esa empresa tan importante donde dices que viven tus padre y mira tú que
coincidencia, no existe.
Cada vez
hablaba más alto. La gente empezó a posar su mirada en mí mientras se acercaban
para ver qué pasaba. Al final, se formó un círculo alrededor de nosotras.
Yo: Yo… -
Estaba pálida.
Stella:
Mirad todos. Taylor, la chica a la que todos creías simpática, buena persona…
¡Es una farsante!
Mis ojos se
llenaron las lágrimas, las cuales no tardaron el precipitarse de mis ojos. Vi
como alguien abría paso entre la multitud de gente y se ponía en frente para
ver de quien se trataba.
Eran Danny y Cameron. Danny negaba con la cabeza
mirando el suelo mientras que Cameron me miraba sorprendido. Me dolía el pecho
debido a los sollozos de estaba intentando reprimir en él. Me sequé las
lágrimas en vano, pues volvieron a brotar más y más de mis ojos. La mirada de
todos era de asco y desprecio. Salí corriendo de allí y fui directamente a los
baños donde allí podía llorar tranquila.
Me encerré
en uno de ellos y lloré a mi antojo. Sollozos y más sollozos salían del fondo
de mi garganta. No sabía de dónde me salían tantas lágrimas, ya que no podía
parar de llorar.
Oí como
abrían la puerta del baño y unos pasos se dirigieron hacia el baño donde yo estaba. Conocía esas playeras. Eran
de Danny.
Danny: Abre
la puerta, Taylor.
Yo: N-no
quiero.
Danny: Por
favor… ábrela. Por mí.
Sollocé un
poco más y me sequé un poco las lágrimas que resbalaban por mi mejilla. Me
levanté del váter y abrí la puerta. Salí de allí y fui directamente al lavabo
para lavarme la cara. Danny me miraba a través del espejo.
Danny: Lo
que ha pasado ahí afuera…
Yo: Déjalo,
Danny. – Dije interrumpiéndole. – Ya da igual todo. Lo saben… Stella me ha
descubierto.
Danny: ¿Y
saben si yo…?
Yo: No, ayer
entramos a mi casa, no a la tuya. ¿Eso es lo único que te importa? ¿Tu jodida
popularidad?
Danny:
Taylor…
Yo: Bien, me
parece perfecto. Mejor te vas que te pueden ver conmigo.
Danny: No
digas eso.
Yo: ¿Qué no
lo diga? Cuando Stella estuvo allí fuera humillándome lo único que hiciste fue
mirar al suelo, Danny. No tuviste el valor a salir y defenderme. – Le reproché.
– No me esperaba esto de ti… - Dije en apenas un susurro antes de abrir la
puerta del baño e irme.
Fui al
despacho del director y le pedí que llamaran a mi madre para que venga a
recogerme porque me encontraba mal. Al ver mi cara, vio que no mentía. Y no me
extraña, tenía una aspecto que daba pena. Al cabo de quince minutos, mi madre
entró en el despacho de director y me abrazó al verme.
Poco
después, salimos de ese infernal colegio y llegamos a casa. Mi madre me subió
hasta mi cuarto donde allí me tumbé en la cama y me arropó. Cerré los ojos
provocando que un par de lágrimas salieran escopetas de mis ojos otra vez.
Luego me tocaba contarle toda la verdad a mi madre, y no iba a ser fácil.
Al cabo de
un rato, al fin conseguí dormirme. Estuve así tres, cuatro horas hasta que el
timbre de mi casa sonó. Temía que sería Danny o Vicky; ahora mismo no quería
hablar con ellos. Aun que en realidad no quería hablar con nadie. Puse escuchar
como mi madre hablaba con alguien y le invitaba a pasar. Pero no pude
distinguir de quien sería la voz. Escuché unos pasos acercándose a mi
habitación para que segundos después llamasen a la puerta.
Cath:
Cariño, tienes visita.
Yo: No
quiero hablar con nadie.
Cath: Anda,
no seas cabezote. Han venido con la mejor intención del mundo.
Yo:…
Cath: Anda,
pasad.
Me quité el
edredón un poco de la cara para ver de quien se trataba. Era Vicky y Danny.
Mierda…
Yo: Iros,
por favor. – Dije volviéndome a tapar la cara
Vicky: No
queremos.
Ambos se
sentaron en el bordillo de mi cama, mirándome.
Danny:
Taylor, te quiero pedir perdón.
Vicky: Más
bien, te queremos pedir perdón.
Yo: ¿Por
qué?
Danny:
Porque sé que me comporté como un auténtico gilipollas al no salir con el fin
de defenderte.
Yo: Ya da
igual.
Vicky: Y
queremos que sepas que nos vas a tener para lo que sea.
Yo: Lo sé… -
Dije quitándome el edredón de la cara e
incorporándome.
Danny: ¿Me
perdonas? – Dijo triste.
Asentí y
esbozó una pequeña sonrisa. Los tres nos abrazamos.
Vicky:
¿Quieres que nos quedemos aquí contigo?
Yo: Gracias
pero no hace falta. Prefiero estar sola…
Danny: Está
bien, pero si necesitar algo puedes tirar piedrecitas a mi ventana y vengo a
por ti, eh.
Yo: Vale. –
Dije asintiendo.
Los dos
salieron de mi cuarto y me volví a tumbar, tapándome entera una vez más y
quedándome dormida. No comí ni cené.
Estuve todo el día en mi cuarto escuchando música y rodando de un lado para
otro en mi cama. Mañana sería un día largo.
**
Como era de
esperar, al día siguiente todo el mundo fijaba su mirada en mí. Tenía unas
ganas terribles de llorar, pero sería fuerte. Aun que sabía que lo más duro
sería el recreo. Y por primera vez, no quería que la clase finalizara para
bajar. Pero como todo en esta vida, lo ‘’bueno’’ se acaba sonando el timbre
para comunicarnos que el recreo empieza.
Esperé a que
todo el mundo bajara para salir yo de clase. Bajé las escaleras y cuando me
dispuse a girar para salir al patio, alguien me agarró por detrás poniendo la
mano sobre mi boca para evitar que chille y me arrastró hasta el baño de los
chicos.
Me gusta mucho, continuala :)
ResponderEliminarAissss me encanta! *_*
ResponderEliminarQué mono es Danny, al final acabaran juntos jijiji
Joo síguela que me gusta mucho como escribes.
Un beso <3
¿Por qué no continuas? Me gusta mucho jo.
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