Al dar la
vuelta a la esquina, vimos a Danny apoyado en la pared mirándonos con
incertidumbre. Tragué saliva sonoramente y miré a Vicky con el miedo reflejado
en mis ojos; ella me miraba igual. No sabíamos cómo reaccionar ni que decir en
ese momento, por lo que Danny rompió el silencio.
Danny: Te
dije que lo averiguaría. – Dijo negando con la cabeza a la vez que me miraba
con… ¿incredulidad? ¿Con reproche?
Vicky:
Danny…
Yo seguía
como piedra, como una estatua. Ahora mismo se podía posar una paloma sobre mí
de tal manera que lo parecía.
Danny: Pensé
que eras diferente, Taylor.
Yo: Y… –
Logré articular.- Y lo soy, Danny.
Vicky:
Danny, escúchame. Llegamos tarde…. ¿Por qué no te lo explicamos mejor en casa
al salir del colegio?
Yo: Por
favor. – Le supliqué.
Danny: Está
bien.
Notaba la
decepción en sus ojos. Mi cara reflejaba una triste sonrisa. Se dio media
vuelta y comenzó a andar a paso rápido.
Vicky posó
su mano en mi hombro derecho mientras caminábamos.
Vicky: Lo
siento… - Dijo arrepentida de verdad; lo noté en como pronunció esas palabras.
Yo: No lo
sientas. Ha sido culpa mía por no decir desde un principio quien soy en
realidad.
Vicky: Pero
te he fallado. No pretendía que mi hermano se enterase… y menos de esa forma.
Ayer me pilló cuando entré a casa y empezó a sospechar algo.
Yo: Da
igual… - Miré al reloj.- ¡Mierda, Vicky!
Vicky: ¿Qué
pasa?
Yo: ¡Queda
un minuto para que toque y ahora tenemos literatura con la Margaret!
Vicky:
¡Corre!
Empezamos a
correr de forma un tanto patética, pues cuando lo haces con la mochila en la
espalda, pareces un gorila. Entramos en la clase justo en el momento en el que
Margaret, la profesora más amargada del colegio iba a cerrar la puerta delante
de nuestras narices.
Margaret: A
ver si la próxima vez nos despertamos un poco más pronto.
Vicky: Sí,
señora Margaret.
Margaret: Al
sitio.
Vicky y yo
nos sentamos en los único sitios libre que quedaban en la clase. Al lado de la
pared una detrás de otra. Sacamos los libros y la profesora empezó a explicar
el tema uno. Cuando la clase acabó, posé la espalda sobre la fría y rígida
pared de azulejo amarillento que decoraba la clase y giré un poco la cabeza
para visualizar toda la clase. Pero me fijé más en una persona: Danny. Me
miraba con el rabillo del ojo. Dudaba que quisiera hablar conmigo después de
decirle toda la verdad.
Vicky:
Eoooo, Taylor. ¿Sigues ahí? – Dijo dándome un ligero empujón para que dejara de
emergerme en mis pensamientos.
Yo: Sí, sí.
Lo siento. Estaba… estaba pensando- Dije mirando a Vicky al fin.
Vicky:
Parecía que estabas en trance.
Yo: Me pasa
a menudo mientras pienso en mis cosas. – Sonreí de medio lado.
Vicky: Uuh,
¿Y en quién piensas?
Yo: ¿Qué? En
nadie.
Vicky:
Seguro…- Dijo carcajeándose.
El profesor
de historia llegó. Abrimos los libros y como todos los profesores, empiezan con
su aburrida explicación sobre el tema. Aun que a mí historia no es que se me
diera muy mal. Por lo que la clase se me pasó amena. El timbré tocó y Stella y
compañía vinieron a mí.
Stella:
Vamos, Taylor. Te quise guardar un sitio a mi lado, pero Cameron se puso.
Cameron era
el co-capitán del equipo de fútbol. El capitán era Danny.
Me levanté
de mi asiento y Stella me agarró por un brazo y Amanda por el otro mientras
tiraban de mí hacia la puerta. Miré hacia atrás, concretamente as Vicky,
pidiéndole perdón con la mirada. Sonrió levemente haciéndome ver que no pasaba nada. En cierto modo, quería ir
con ella. Y tenía curiosidad con quien estaba en los recreos, por quienes
serían sus amigos.
Hannah: ¿Te
apetece esta tarde venir con nosotras al centro comercial?
Yo: Pues…
Stella:
Hannah, eso se lo digo yo. – Me miró.- ¿Ta apetece venir con nosotras? – Dijo
sonriendo de manera tonta.
Pero qué
tontería. Qué más dará quién me diga si me apetece ir con ellas o no. Una
absurda sandez.
Yo: Esto… me
encantaría. Pero tengo que terminar el trabajo de química con Vicky.
Stella:
¿Prefieres acabar un trabajo a ir de compras? – Dijo indignada.
Yo: No, no.
Pero… es que voy mal en química y este trabajo me subirá nota si lo hago bien.
Sólo eso.
Stella:
Bueno, vale. Pero, ¿No te empezarás a llevar con Vicky, verdad?
Yo: No,
claro que no.
Stella: Más
te vale. Ella no vale la pena. Hay algo en ella que no me huele bien.
Amanda: Será
su ropa, que apesta.
Las tres
rieron. Yo no. Me dolía que dijeran esas cosas de Vicky. Y me hubiese encantado
responderlas grotescamente, pero esta vez me callé.
El timbré
volvió a sonar como señal que el recreo se había acabado. Subí a clase y me
volví a sentar en mi sitio.
Las horas
pasaron rápidas, lo necesitaba. No veía la hora de llegar a casa para poder
hablar con Danny. Explicarle todo. Y que al fin, sepa toda la verdad y pueda
confiar en mí.
Las dos en
punto llegaron y la campana sonó provocando que todos los alumnos se levantasen
de sus pupitres y saliesen como una manada de búfalos por la puerta. Yo tardé
un poco más para salir de clase, pues no quería que me atropellasen. Bajé las
escaleras y me dirigí directamente a la salida del colegio, donde se encontraba
Vicky.
Yo: ¿Y
Danny?
Vicky: Ahí.-
Dijo señalando con la cabeza hacia la izquierda.
Miré hacia
donde me había indicado y vi a Danny y a Stella compartiendo ADN. Desvié la
mirada hacia el suelo, con tristeza. No sabía el porqué, pero me había
molestado ver eso.
Vicky: Asco,
¿verdad?
Yo:
Sinceramente, sí.
Vicky: Pues
tengo que ver eso cada día.
Yo: ¿Desde
cuándo salen?
Vicky: Hace
tres meses. Pero se rumorea que Stella le ha puesto los cuernos con Ian.
¿Sabes quién es?
Yo: Sí, sí.
El moreno de los ojos verdes.
Vicky: Ese
mismo.
Yo: ¿Y Danny
lo sabe?
Vicky: No.
Lo sabe todo el colegio menos él. La guarra esa no para de hacerle putadas y él
encima sigue con ella.
Yo: Es una
tontería ¿no crees?
Vicky: Lo
es, pero es una complicada historia.
¿Otra vez
con esa misteriosa historia? La curiosidad me estaba matando, pero opté por no
peguntar nada. Cuando vieran el momento idóneo, me lo contarían, lo sabía.
Cuando Danny
dejó que Stella se fuera, ya que había llegado su chófer, vino hacía nosotras.
Danny:
Vamos.- Dijo seco.
La tensión
se notaba en el aire. Danny iba en frente y no decía nada. Apenas se oían sus
suspiros de vez en cuando. Vicky me daba algún que otro codazo en el brazo para
que me pusiese al lado de Danny y le hablara, pero no me atrevía. Tal vez por
el miedo a cómo reaccionaría o simplemente por timidez. Quién sabe.
Llegamos a
la calle donde vivíamos. Tragué saliva sonoramente y saqué las llaves del
bolsillo pequeño de mi mochila. Subí los tres escalones que había hasta llegar
hasta la puerta e introduje la llave en el cerrojo. Abrí la puerta y miré hacia
atrás estirando mis brazo izquierdo hacia el interior de la casa como señal de
que pasaran.
Danny: ¿Y
encima vives justo al lado de nosotros? Que fuerte… - Dijo negando.
Agaché la
mirada.
Vicky: ¿Está
tu madre en casa?
Yo: Por lo
que se ve no… se habrá ido con mi padre a comer fuera.
Danny:
Bueno, estoy esperando a que me digáis algo.
Yo: Vamos a
mi cuarto.
Ambos
asintieron y subimos las escaleras para llegar a la planta superior y así
dirigirnos hasta mi habitación.
Espero que
Danny se lo tome igual de bien como lo hizo Vicky.
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